Mala hora para el café

Los cafeteros vuelven a estar en un mal momento, cuando se pensaba que podrían venir mejores tiempos para sus ingresos. Los precios del café, tanto la cotización internacional como el valor interno de la carga de 125 kilos, vienen cayendo de manera significativa, de tal manera que pese al alza exagerada del dólar que los debería estar favoreciendo, los ingresos de los cultivadores son escasos. Se trata de una paradoja que desnuda la realidad de un sector que desde hace mucho tiempo necesita cambios estructurales, pero cuya dirigencia ha sido tímida a la hora de introducir las transformaciones.

El panorama está tan ennegrecido que vuelve a ser necesario un apoyo económico del Gobierno Nacional para que el sector cafetero no termine hundido, sin remedio. Si el año pasado no fue necesario el uso de los recursos por $850 mil millones que se habían destinado para el PIC (Protección al Ingreso Cafetero), en este 2015 lo que se ve es que la crisis regresó. Es urgente que se tomen medidas que apunten a lanzar un salvavidas a las cerca de 550 mil familias que viven de este cultivo y que se mantienen, peligrosamente, por la senda del empobrecimiento.

Ahora bien, desde hace ya cerca de dos años, el Gobierno Nacional también se comprometió a que buscaría los mecanismos para que los fertilizantes, plaguicidas y otros insumos bajaran de precio, tomando en cuenta el gran impacto negativo que tienen para la rentabilidad del sector. Lo que vemos es que ese compromiso no se ha cumplido, y que pese a la fuerte caída de los precios del petróleo, que es un componente clave de tales productos, los cafeteros los tienen que seguir comprando a precios muy elevados. Es el momento de volver a revisar el tema y buscar salidas que favorezcan a los caficultores.

Ya son varias semanas con un precio interno por debajo de los $700 mil, lo que significa que no se están cubriendo ni siquiera los costos de producción. Hoy un cafetero está recibiendo el 20% menos que lo que recibía a finales del 2014. Esa caída es consecuencia del descenso de la cotización del grano en la Bolsa de Nueva York (ha perdido cerca de 50 centavos de dólar en lo que va del año), la cual se da pese a los anuncios de una fuerte caída en los volúmenes de producción de Brasil, que este año solo entregará al mercado unos 45 millones de sacos, un decremento cercano al 10% de sus niveles normales.

Lo más preocupante es que todo esto ocurre al mismo tiempo que el dólar se ha revaluado de manera notoria con respecto al peso colombiano, con un alza de cerca de $700 en menos de seis meses. Podríamos decir que si no fuera por ese gran incremento del dólar los cafeteros ya no tendrían esperanza de recuperarse. Para el 2015, Colombia tiene previsto un incremento en los volúmenes de producción, superando holgadamente los 12 millones de sacos, pero eso servirá poco si resulta demasiado costoso recoger el grano para venderlo a precios desfavorables. Por eso, el Gobierno no puede contentarse con ser un observador de la crisis cafetera, sino que le llegó el momento de volver a ayudar al sector a superar la mala hora.

La única salida en el mediano y largo plazo es aumentar la productividad de los cultivos, pero eso requiere un claro liderazgo desde la Gerencia de la Federación Nacional de Cafeteros. Un gerente que represente plenamente a los cultivadores podría asegurar que el Gobierno se comprometa y les cumpla a los caficultores, y trazar las políticas que lleven a la recuperación definitiva. Con el actual gerente, Luis Genaro Muñoz, no se ve claro el panorama. El gremio debería implementar ya los cambios que necesita, haciendo un relevo en el liderazgo y apuntando a los cambios estructurales que no tienen más plazos.