Varias rutas que se están caminando en Venezuela conducen al mismo objetivo: la salida de Nicolás Maduro de la Presidencia. La coalición opositora no solo comenzó a tramitar una enmienda constitucional en la Asamblea Nacional, sino también un referendo revocatorio y el ofrecimiento de una salida decorosa a través de la renuncia. No solo eso, ahora hasta sectores del chavismo están en sintonía con este propósito, y desde instancias internacionales crece el clamor para que se den cambios profundos en el vecino país.
La crisis venezolana es demasiado compleja como para que Maduro pueda mantenerse por mucho tiempo en el poder. La situación económica es cada vez más difícil de sortear para los ciudadanos, quienes no solo han visto disminuidos de manera significativa sus ingresos, sino que ahora sufren con una inflación incontenible que este año llegaría al 720%, a la vez que impera la escasez de los productos básicos de la canasta. Las filas en los supermercados son cada día más largas y se genera un caos permanente que ha llevado muchas veces, incluso, a problemas de orden público.
Por primera vez en mucho tiempo la llamada Mesa de Unidad Democrática venezolana coincide en la misma idea y los mismos mecanismos para alcanzar sus objetivos. Eso llevará, sin duda, a que se produzcan cambios en la política interna venezolana que llevarán a que Maduro tenga que irse del Ejecutivo. Los opositores ya comparten la idea de que si no funciona ninguno de los tres caminos planteados en su estrategia será preciso convocar una Asamblea Nacional Constituyente, que muy seguramente hará cambios aún más radicales en ese país.
Es tanta la inconformidad de los venezolanos con lo que está pasando, en lo que también tiene responsabilidad el desplome de los precios del petróleo en el mercado internacional, que gran número de chavistas comienzan a ver como saludable la posibilidad de que se aceleren los cambios. Es así como, a través de una carta al presidente Maduro, un grupo de 42 compañeros del fallecido Hugo Chávez, quienes participaron en el intento de golpe de Estado de 1992, le pidieron que dé un paso al costado por la “peligrosa situación política, social, económica, cultural y ética”, en la que está el país. La salida que le ofrecen a Maduro es que convoque un gobierno de unidad nacional, de manera urgente.
Para completar un escenario que deja sin oxígeno a Maduro para mantenerse por más tiempo en el poder y cumplir los seis años de mandato, hasta el 2019, el presidente de los Estados Unidos, Barack Obama, extendió por un año la declaratoria de “emergencia nacional” sobre Venezuela, debido a las evidencias acerca del irrespeto de los derechos humanos, la falta de garantías a la oposición en ese país, las limitaciones a la libertad de prensa y otros abusos desde el Estado, además de un evidente panorama de corrupción.
Un condimento más a la complicada situación para Maduro es el pronunciamiento del Consejo Nacional Electoral (CNE) con el que se confirma la legalidad de los diputados de oposición que se encontraban inhabilitados. De tal manera que la oposición cuenta con unas mayorías calificadas, incontrovertibles, en la Asamblea Nacional, que muy seguramente podrán cumplir más temprano que tarde sus objetivos. Solo falta que el Tribunal Supremo, muy cercano a Maduro, también comience a ver que no puede seguir aliado a un régimen que se desmorona y que es hora de empezar a tomar decisiones con base solo en lo legal.
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