Año a año, Manizales y Caldas reducen los homicidios, aunque no en la cantidad que se desea. Los factores asociados a la intolerancia, al consumo de licor o de sustancias psicoactivas siguen aportando el mayor número de muertes violentas a esta estadística. A poco menos de 40 días de terminarse el 2016, el balance no es satisfactorio y no lo puede ser, porque toda pérdida de una vida que pudo salvarse deja un sinsabor muy grande.
El número de homicidios en Manizales y la incidencia que tiene en la cifra total la violencia en la Comuna Ciudadela del Norte fue tema de la campaña política para la Alcaldía de Manizales. Si se tiene identificado que allí se presenta la tercera parte de los homicidios de la ciudad (21 de 66) y, como si fuera poco, el 10 por ciento en el barrio San Sebastián, se esperaría que hubiera acciones más contundentes de impacto para intervenir la zona, lo que requiere mucho acompañamiento social y emocional, y presencia permanente de las autoridades para evitar futuras muertes.
La presencia de la Policía mejorará seguramente con la construcción de la Subestación para la Policía en esta comuna, pero eso es solo un aspecto de las acciones. Se invertirán allí 4 mil 180 millones de pesos para construir esta sede con capacidad para albergar a unos 80 uniformados. Ojalá que sea aprovechada para adelantar labores de convivencia ciudadana, de emprendimiento de acciones que permitan generar condiciones de más seguridad, que los ciudadanos se sientan acompañados para desarrollar diferentes actuaciones.
Aunque este año se muestra una reducción del 11 por ciento de homicidios en Manizales con respecto al mismo tiempo del año pasado, resulta evidente que hace falta bajar estos crímenes a tasas mayores, pues estamos a más del doble de casos del promedio que se registra en el mundo. Máxime que siguen siendo los jóvenes los que ponen el mayor número de víctimas, de hecho en el 2016 van 11 menores asesinados, frente a 8 del 2015. También han sido más las mujeres asesinadas este año, 6, el doble de las del año pasado.
A la Policía le preocupa que en algunos sectores se mantenga la idea de que deben estar armados como una manera de protegerse. Lo que se está demostrando es que precisamente tener un arma o los pone en mayor vulnerabilidad, o ante un acto de intolerancia termina agrediendo a otras personas, con lo cual arruina no solo la vida del agredido, sino la propia, pues por un momento de ira puede terminar muchos años en la cárcel. El porte de armas de fuego, por ejemplo, está prohibido por decreto presidencial hasta el 31 de diciembre próximo, pero a muchos no les hace mella esta prohibición y sacan sus pistolas sin problema.
Los ciudadanos esperan con ansias que se pongan en marcha las nuevas cámaras de seguridad urbanas y rurales, de las cuales llegarán por lo menos 45 a la Ciudadela del Norte. Ojalá que las usen con eficiencia y las mantengan siempre funcionales. Mientras se construye la subestación esto ayudará, pero nada se logra al final si no se trabaja con la comunidad en políticas públicas que brinden opciones de trabajo a quienes allí habitan, en abrirles la puerta de la educación y en ayudar a romper el círculo de violencia que tiende a repetirse. Para esto se requiere de acciones integrales y no solo policiales. Ojalá la reducción de homicidios el año próximo sea a tasas más altas y por fin bajemos de la media nacional de homicidios por 100 mil habitantes, pues la ciudad sigue estando muy por encima de lo que debería.
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