Los cafeteros esperaban más

Los anuncios entregados por el presidente Juan Manuel Santos, en Chinchiná, para hacerle frente a la actual crisis cafetera, se quedaron cortos. Los cultivadores del grano en el país, quienes han clamado por el establecimiento de un precio de sustentación entre los $650 mil y los $700 mil la carga, salieron con las caras largas del 95 Acuerdo por la Prosperidad, ya que quedaron pendientes las soluciones de fondo para un sector que le ha entregado tanto al país y que necesitaba un respaldo definitivo.

El mandatario solo se comprometió a extender hasta el próximo mes de julio el Apoyo al Ingreso de los Caficultores (AIC), con una inyección de $150 mil millones, sosteniendo un subsidio de $6 mil por arroba cuando el precio interno esté por debajo de los $650 mil por carga. Eso implica que, a duras penas, la caficultura nacional recibe un paliativo que la deja al borde del abismo si no hay reacción favorable en los niveles de producción, no mejoran los precios del café en los mercados internacionales y la creciente revaluación no logra ser controlada.

No podemos contentarnos con que la producción cafetera se haya incrementado en un 64 % durante enero pasado, con relación al mismo mes de 2012. Todos estos años han sido tan malos que cualquier variación favorable se nota demasiado, cuando la realidad es que la crisis no halla remedios reales. Por eso, persiste el sentimiento de desilusión entre los cultivadores del grano, quienes en verdad esperaban mucho más, sabiendo de la sensibilidad y cercanía del mandatario con el gremio cafetero.

De sus palabras se desprende que debemos hacer fuerza para que funcionen las medidas que viene tomando el Ejecutivo para que el dólar comience a subir su precio, hasta cerca de los $1900. Ojalá que también resulten convenientes los procesos de refinanciación de las deudas de los cafeteros que hoy ascienden a $1,25 billones, y que empiezan a tener carteras atrasadas en el Banco Agrario. También parece buena la medida de gravar con cero aranceles los fertilizantes importados, aunque es de tal dimensión la crisis del sector que tales anuncios resultan insuficientes.

Si el Gobierno quiere que de verdad los cafeteros tengan ingresos dignos será necesario que se siga pensando en alternativas más ambiciosas, pues se está corriendo el riesgo de que se pierdan los ingentes esfuerzos que vienen haciendo los caficultores para renovar sus cultivos y mantenerlos sanos. Ojalá que el clima se siga portando bien y que el crecimiento de la producción sea reflejo real de lo que está ocurriendo en los árboles, ya que de otra forma al finalizar el 2013 la caficultura podría ser una actividad inviable y la causa de la quiebra de cientos de miles de familias rurales.

Las esperanzas quedan ahora en el trabajo que ejecute la comisión del alto nivel que el mandatario anunció en noviembre pasado, durante el Congreso Nacional Cafetero, y de la cual ayer dio algunos nombres, entre ellos el del dirigente caldense Mario Gómez Estrada. Esperamos que ese organismo haga un análisis a fondo de la actividad y encuentre los caminos para hacerla más eficiente y competitiva, y que de verdad la tarea del gremio se convierta en mejores ingresos y más bienestar para los cultivadores del grano.

La realidad en el corto y mediano plazo sigue sumida en la incertidumbre, por lo que solo queda confiar en que las opciones dadas por el presidente Santos logren efectos positivos y que las diferentes variables, tan sensibles, de las que depende el futuro de la caficultura sean favorables. Desde la perspectiva del mercado internacional, los precios deberían comenzar a recuperarse, debido a los problemas fitosanitarios del café centroamericano y brasileño, lo que podría generar un panorama de escasez favorable para Colombia si es que no caemos en el mismo saco de nuevas dificultades.