¿Las Farc en reversa?

Los diálogos con las Farc pierden legitimidad cuando esa agrupación guerrillera adopta comportamientos que van en contravía de una verdadera voluntad de alcanzar la paz. Eso es justamente lo que ocurre actualmente en el departamento de Putumayo, donde desde hace algunos días miembros de esa organización subversiva se dedican a derramar en las vías y cerca de fuentes hídricas miles de galones de petróleo, ocasionando graves problemas ambientales.

Según los cálculos de las autoridades ya son cerca de 10 mil los galones del hidrocarburo que han terminado en el piso desde comienzos de julio, no solo ocasionando pérdidas económicas de consideración, sino sobre todo daños en la naturaleza que no pueden ser tolerados. De hecho, sorprende que una guerrilla que dice preocuparse por los asuntos ambientales y por los efectos de la minería, por ejemplo, camine en reversa de tales postulados, para ser ella misma la causante de la contaminación. Con tal incoherencia es válido pensar que las negociaciones de La Habana (Cuba) podrían ser para las Farc solo una fachada mientras se oxigenan.

Lo peor es que los grandes perjudicados son los pobladores de esa región del país, que se podrían quedar sin el agua que necesitan para la subsistencia y con grandes dificultades de desplazamiento entre los municipios de la zona, entre otros problemas. La guerrilla parece no entender que las más afectadas con sus acciones son las comunidades que dicen defender y que el mensaje que entregan con sus actuaciones es que prefieren la guerra, el juego sucio y la barbarie más que la posibilidad de lograr una sociedad armónica, en la que primen los principios democráticos.
 

Ahora los habitantes de los poblados perjudicados se ven en la penosa necesidad de comenzar acciones de limpieza, para evitar que los daños sean mayores. Organizaciones ambientales participan de las tareas de mitigación de los graves efectos que este derrame ocasionará, sin duda, en toda esa región limítrofe con Ecuador. Es un hecho que el río Tigre, que surte los acueductos de varias poblaciones, ya presenta en sus aguas amplias manchas del crudo. El rechazo a las nuevas licencias para la extracción de petróleo allí no justifica la estupidez de contaminar el agua que toma la gente del sector.

La guerrilla de las Farc tienen que entender que en la medida en que sus atentados terroristas se mantengan, ya sea contra la Fuerza Pública, la población civil, la infraestructura del Estado o contra el medio ambiente, se hace estrecho el camino hacia la posibilidad de una paz negociada. Debe pensar en que esta clase de delitos se convierten en un impedimento para acogerlos con las medidas favorables que plantea la justicia transicional, por lo que en lugar de disminuir crecen los obstáculos para llegar a acuerdos que la sociedad colombiana pueda avalar.

Debido a estos comportamientos es que expertos en terrorismo como Joseph Humire se atreven a afirmar que las Farc están siguiendo el camino de terroristas como Hezbollah, de El Líbano, que pese a decir que quieren la paz no están dispuestos a dejar las armas ni el tráfico de drogas, y que su único objetivo es ganar un espacio político y mayor impacto en la opinión pública. La guerrilla no puede permitir que se piense eso, tiene que dar muestras reales de voluntad de paz que le devuelvan a la sociedad colombiana la confianza en un fin positivo de los diálogos.

Lo que hay que hacer es acelerar las negociaciones de La Habana y llegar pronto a la firma de unos acuerdos que nunca sean violados por ninguno de los actores, para garantizar que esa paz con la que soñamos sea sostenible y duradera. El Gobierno Nacional también tiene que estar en capacidad de defender los intereses supremos de la Nación, pues cuenta con las herramientas para hacerlo. El Estado no puede seguir perdiendo el control de la situación. Las Farc van en reversa y podría llegar el momento en que se estrellen y no tengan más chance de volver a arrancar.