Tremendo reto el que tiene el Banco de la República. Los codirectores se enfrentan a una encrucijada alimentada por la devaluación del peso, que parece inatajable, al tiempo que, por primera vez en años, se da a una inflación que amenaza convertirse en un problema mayor, pues este mal contamina todos los sectores de la economía constituyendo un círculo vicioso. De hecho es hoy tema central en la mesa de concertación por el mínimo, pues la clase más afectada por esta situación es la que gana precisamente ese salario, pero si hay un exceso en el incremento puede terminar afectando la generación de empleo formal, uno de los logros que más ha defendido el actual Gobierno.
Lo peor es que el remedio para este mal tan identificado no está claro. Aunque es evidente que una manera de controlar la inflación es desestimulando la compra de bienes y servicios, con el aumento de las tasas de interés. Esto ya lo ha intentado el Emisor, cuando sorprendió al mercado en octubre pasado con el aumento en 50 puntos básicos y se esperaba que iba a ser de la mitad, pero luego moderó el siguiente incremento, pues reaccionó la Presidencia al considerar que se podía causar un frenazo al crecimiento económico por la vía de un menor consumo de los hogares.
Hoy el país se enfrenta a un crecimiento de su Producto Interno Bruto muy por debajo de lo que se necesita para producir riqueza suficiente que lo lleve a cumplir ese anhelo de superar los objetivos del milenio, sacar cada vez más personas de la línea de pobreza y competir con economías más consolidadas. El comportamiento de la economía colombiana es apenas aceptable. De hecho genera tranquilidad si se le compara con el vecindario e incluso con el entorno mundial, pero apenas será posible cumplir la meta del 3,3%.
Es interesante ver que en ese crecimiento del PIB, la agricultura juega un papel clave. Logró 4,5%, algo que resulta satisfactorio, después de años de venir muy golpeado el sector. No obstante, hay que anotar que buena parte del problema de la inflación hoy se deriva de que muchos alimentos son importados, razón que lleva a que el dólar caro impacte directamente a este ítem, con lo cual directamente se afecta el costo de vida.
Se hace necesaria una intervención del Banco de la República decidida para controlar la escalada inflacionaria y ver cómo logra contener la desvalorización del peso al ritmo que lo hace en la actualidad, pues la situación se pone compleja, sobre todo, cuando se vislumbra que el precio del petróleo y de otros productos minerales que soportan la oferta exportadora del país no ofrecen perspectivas que permitan pensar en que se mejorarán en el corto plazo.
Todo el modelo económico está atado a lo que suceda en el contexto mundial. La Reserva Federal de Estados Unidos está tomando medidas fuertes en su país para evitar la especulación y la posibilidad de una nueva burbuja hipotecaria que puede gestarse con intereses muy bajos. Las cartas están sobre la mesa y los economistas juegan con ellas, ojalá tomen las decisiones correctas y al final el que gane sea el país. Cualquier equivocación se pagará en dinero contante y sonante y en puestos de trabajo, así que no hay lugar para el error.
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