La tarea clave de ordenar el campo

Si el 90% del territorio del municipio de Manizales es rural, y solo el 10% corresponde a la zona urbana, el Plan de Ordenamiento Territorial (POT) tiene que garantizar que el campo cuente con elementos para sacar todo su potencial y participar positivamente en los indicadores de desarrollo local. Habrá quienes digan que solo el 7% de la población del municipio está en las veredas y que, por tanto, los esfuerzos deben enfocarse en donde habita el 93% de los manizaleños, pero en ese sentido es importante hacer varias reflexiones.

Debemos comenzar por comprender que en el pasado la proporción en la distribución era bastante diferente, incluso con una mayoría en las áreas rurales hace cerca de un siglo. Los procesos urbanizadores llevaron a la actual realidad, pero en la medida en que haya menos pobladores en el campo, crecen las vulnerabilidades alimentarias para los citadinos, entre otros riesgos complejos. Lo ideal ahora es que las áreas rurales (407,8 kilómetros cuadrados) recuperen habitantes o que, por lo menos, retengan a los actuales, y que sean personas que no solo persistan en cultivos como el café, sino en otros productos a los que se les pueda dar, ojalá, valor agregado.

En ese sentido, el POT tiene mucho qué aportarle al futuro de la región, más si se está pensando en una real integración con el Centro-sur de Caldas, en el camino hacia la conformación de un área metropolitana. Así, además de concentrarse en las zonas de expansión urbana, las autoridades municipales deben acoger las preocupaciones de las comunidades rurales para que se tengan las herramientas necesarias para configurar políticas de desarrollo en el campo que les dé impulso a las economías familiares.

En el documento presentado por Planeación Municipal es necesario destacar la estrategia de fichas normativas de cada corregimiento, para establecer los usos del suelo y las posibilidades en materia de producción agropecuaria, pero también en la protección de reservas ambientales y en aprovechamiento ecoturístico, entre otros. De la misma manera, que se esté pensando en los planteamientos de la declaratoria del Paisaje Cultural Cafetero como Patrimonio de la Humanidad, para ver cómo a esas fortalezas se les puede sacar un mayor provecho.

También es sobresaliente que se piense en la transformación productiva de la ciudad, tomando como base el conocimiento, la ciencia, la biotecnología y los procesos agroindustriales que pueden imprimir valor agregado a nuestra producción agropecuaria. Esto, además de posibilitar mejores márgenes de utilidad al comercializar, podría ser un gran generador de empleo para la población campesina joven, a la que hay que capacitar mejor. Para ello, también hay que ser agresivos en los proyectos de vivienda digna rural, pues seguir entregando vivienda gratis solo en las ciudades va en contravía del propósito de reactivar el campo.
Es importante el planteamiento expresado por voceros ciudadanos para rescatar estudios que podrían dar muchas luces sobre la historia y la realidad de las actividades agrícolas en Manizales, así como el orientado a establecer en el POT posibles lugares en los que se desarrollen mercados campesinos que beneficien a los productores y a los consumidores. Si bien es difícil alcanzar niveles amplios de autoabastecimiento, sí es posible avanzar hacia un escenario en el que la mayor parte de la comida que llegue a los hogares manizaleños se cultive en terrenos aptos para esa actividad en el municipio.

Hay que buscar las mejores alternativas para cerrar la brecha entre las áreas urbanas y rurales de Manizales en todos los aspectos, entre ellos los servicios públicos, y mejorar así la calidad global del agua, por ejemplo, a través de plantas de tratamiento en los corregimientos. Hay esfuerzos de Aguas de Manizales en ese sentido, pero aún falta llegar a los sitios más alejados del municipio. De igual forma, hay que hacer hincapié en la necesidad de establecer formas asociativas de producción, que configuren economías de escala y una mejor competitividad. En eso el apoyo estatal para ayudar a fortalecer los procesos de comercialización resulta fundamental.