La peligrosa versión de Netanyahu

Ante el 37 Congreso Sionista Mundial, el pasado martes el primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, lanzó una frase que terminó siendo una bomba que podría agravar aún más las tensiones entre judíos y palestinos en el Cercano Oriente. Según la peligrosa versión del líder israelí Adolfo Hitler no quería asesinar a los judíos, solo expulsarlos de Alemania, y fue el gran muftí de Jerusalén Haj Amin al Husseini, líder palestino, el que inspiró el holocausto al pedirle al fascista europeo que los quemara.
Tal relato, además de disculpar, en parte, a Hitler, trata de poner a los palestinos como los peores hombres de todos los tiempos, lo que genera un nuevo pulso con el pueblo árabe en la región, en donde los ánimos de venganza se convierten en la mecha que podría reactivar en forma grave el conflicto entre los dos pueblos. Incluso, muchos judíos se han mostrado indignados por la minimización que esto significa del holocausto. Por eso, historiadores en Jerusalén han salido a rectificar al primer ministro, pero éste se sostiene en que su versión es la correcta. 
Como era de esperarse, dirigentes de la Organización para la Liberación de Palestina criticaron duramente a Netanyahu, y recordaron que los nazis asesinaron a cerca de 6 millones de judíos, por lo que no es posible absolver a Hitler de sus crímenes. Así, se incrementan las tensiones entre israelíes y palestinos, quienes durante todo octubre han agudizado sus rivalidades, debido inicialmente al apuñalamiento de un palestino y los posteriores ataques a israelíes como expresión de venganza.
La Organización de las Naciones Unidas también rechazó las conjeturas del líder israelí y calificó como “impensable” que se sugiera que los palestinos impulsaron las acciones criminales de los nazis, y es apenas lógico que el carácter de Hitler no requería de que lo animaran a cometer crímenes, cuando lo que él pretendía era mostrarse como el líder más poderoso del mundo, al que todos temieran. Resulta, como mínimo, descabellada esa versión de los hechos.
Mientras tanto, los choques entre habitantes de los dos pueblos se han vuelto más frecuentes y violentos, lo que constituye un enorme retroceso frente a los logros de entendimiento que comenzaron desde el 2013, pero que aún no logran apuntar hacia un propósito posible. En lugar de salidas, lo que se plantea es un escenario de mayor confrontación. Otra dura frase de Netanyahu, según la cual su país se vengará de quienes maten o animen a que otros israelíes sean asesinados, tampoco contribuye mucho a que se respire paz.
Desde luego que este es un conflicto milenario, con profundas raíces históricas de no muy fácil comprensión, y es natural que su solución no pueda ser inmediata, pero es clave que se busquen salidas negociadas que tiendan hacia un justo medio. Determinaciones como la de construir muros para separar a los palestinos, las cuales sí resultan bastante discriminatorias, lo único que hacen es tensionar más los ánimos y llevar a que la guerra se escale, cuando los pasos que se deberían dar tendrían que estar orientados hacia la reconciliación. 

La verdad es que las posibilidades de acuerdo están rotas y que el panorama es sombrío. Si se había ganado algún grado de confianza con las conversaciones iniciadas hace cerca de dos años, y que ahora se ven estancadas, la realidad es que estos duros dardos vienen causando hondas heridas muy difíciles de sanar. Ojalá que se comprenda la gravedad del episodio y se busque retornar a la calma, pues si a este conflicto le sumamos la compleja situación de Siria y los avances de los terroristas del Estado Islámico, el Medio Oriente podría convertirse en un polvorín de grandes riesgos para el mundo.