Las noticias económicas de Europa no son alentadoras. La entrada en recesión de Francia, luego de dos trimestres continuos de crecimiento negativo se suma al estancamiento de Alemania que apenas creció 0,1 % en el primer trimestre de este año con lo cual un sector se siente temeroso, pues se trata de las dos economías que venían siendo el sostén de la Zona Euro. Aunque desde Bruselas y las dos potencias se ha insistido en restarle importancia a estas cifras y se insiste en que es prueba de que lo más difícil ya pasó y que al final del año se verán mejores resultados, los que consideran que no será tan fácil tienen por qué estar preocupados.
La principal dificultad es que desde Alemania se insiste en que la salida en todos los países que conforman la Eurozona debe estar en seguir siendo muy estoicos en defender las decisiones tomadas hasta ahora que no ceden en las exigencias de reducir el déficit fiscal, en el rescate de las entidades financieras y en tener controlado el gasto social, asunto que ha pasado cuenta de cobro a varios gobernantes en estos años de dificultades y que tienen en aprietos a los actuales, como en España, en donde el desempleo se acerca peligrosamente a un 30 % y hay deflación por la falta de consumo. De hecho sus bajas importaciones hicieron que por primera vez en años hubiera superávit en la balanza comercial.
Estas noticias llegan al tiempo en que las señales en Estados Unidos mejoran, lo que pone el ojo de las medidas tomadas en Europa que, de acuerdo con los críticos, han sido tan extremas que son las responsables de que la misma economía no reaccione a una velocidad suficiente, de acuerdo con las necesidades de sus habitantes, lo que además ha afectado su calidad de vida y ha frenado el camino hacia el estado bienestar al que venían caminando la mayoría de sus países en los tiempos de las vacas gordas.
A pesar del difícil momento de Alemania y Francia, nada que ver con las dificultades vividas en su momento por otros países que necesitaron medidas de rescate, estos dos países siguen confiando en que la salida definitiva de la crisis está en mantener el esquema comunitario y de ninguna manera está por fuera como algunos partidos lo han señalado en varios países. Por ahora, los gobiernos más fuertes de la Comunidad Europea han mantenido esta misma opinión, pero no la tienen fácil, como en el caso de algunas autonomías españolas que critican sin medida tal decisión.
El Producto Interno Bruto (PIB) de los 17 países de la Zona Euro se contrajo en 0,2 % en el primer trimestre, de ahí los temores que resurgen en los mercados internacionales, llegando a año y medio de caída. Se debe tener en cuenta que el próximo 29 de mayo el ejecutivo comunitario desde Bruselas hará una nueva serie de anuncios en torno a la urgencia de que la economía tome un nuevo rumbo en esa región del mundo y que muchos esperan flexibilicen un poco las decisiones de los países para poder reactivar la demanda.
Allí no solo están en juego asuntos económicos, sino también políticos, como la continuidad de Ángela Merkel como premier alemana. Próximamente tendrá que exponerse a unas elecciones en las que no contará con el apoyo de los pequeños partidos que le dieron respaldo hasta hace poco. Hay la sensación general en el continente de que se agotan los caminos que conduzcan a la recuperación de la economía, lo que ya empieza a marcar un hecho que podría empezar a tener efectos de contagio en otros países de la región y aún en economías en otros continentes, como la nuestra. Se necesitarán reformas estructurales para obtener salidas que hagan regresar el optimismo.
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