El ciclista norteamericano Lance Armstrong decidió contarle en una entrevista a la periodista Ophra Winfrey todos los detalles de sus años de triunfos ayudado por sustancias prohibidas, situación que dejó al descubierto una bien montada estrategia del engaño que resistió cerca de 15 años sin que pudiera ser confirmada plenamente. Sin embargo, como en todos los casos en los que se usa la mentira, tarde o temprano se iban a conocer todos los vericuetos de la trampa y se iba a derretir la gloria del falso ídolo.
Este episodio nos trae a la mente otros hechos similares, tal vez con menor impacto pero igualmente graves, de otros deportistas que a lo largo de la historia se han derrumbado al ser descubiertos sus artificios para derrotar a otros, gracias a todo tipo de fármacos y tácticas artificiales para obtener mejores rendimientos. Entre ellos podrían mencionarse a los deportistas Ben Johnson, Marion Jones, Andre Agassi, Diego Maradona, Javier Sotomayor, Martina Hingis y Marco Pantani, entre otros.
Lo más desconcertante de esta confesión es que el ganador de siete Tour de Francia negó siempre la posibilidad de que usara estimulantes u otro tipo de ayudas para obtener ventajas frente a sus competidores. Frente a esta realidad, ya la Agencia Antidopaje Mundial (AMA) y la Unión Ciclística Internacional (UCI) decidieron impulsar un programa al que llaman “Verdad y Reconciliación”, con el objetivo de que otros deportistas decidan contar todo lo que saben acerca de este preocupante flagelo.
La idea es conocer mejor la cultura del dopaje, para así poder prevenir su ocurrencia, y sobre todo establecer controles que sean más efectivos, porque hay que admitir que las formas de detectar el fenómeno han sido muy débiles y que las mafias que manejan estas prácticas ilegales han sido más poderosas que los mecanismos adoptados por las autoridades del deporte para identificar los casos y establecer castigos. Si esto no se hace, deportes como el ciclismo perderán toda su credibilidad y veremos a muchos deportistas honestos pagar por los pecadores.
En Colombia, de acuerdo con las autoridades del deporte, el fenómeno del dopaje está controlado, y para sustentarlo aseguran que de 2500 muestras que se toman cada año, unas 23 salen positivas, y frente a ellas se generan sanciones ejemplares. Futbolistas, nadadores, ciclistas, patinadores, fisiculturistas, atletas, karatecas, basquetbolistas, pesistas y hasta limitados físicos han dado positivo en los controles, los cuales han podido ser detectados gracias al laboratorio que se tiene en el país, que está entre los más adelantados de Latinoamérica.
En Caldas no hemos estado marginados de este problema, se han dado casos de deportistas que han usado algunas sustancias para tener una masa muscular más fuerte o para ser más resistentes, pero que han caído y han recibido el correspondiente castigo. Frente a esto, es necesario que los jóvenes deportistas entiendan a lo que se exponen cuando transgreden las normas y tratan de ganar a toda costa, sabiendo que tarde o temprano saldrán a la luz sus engaños.
Lo que ha ocurrido con Armstrong y toda la tormenta que se ha generado alrededor de su caso tiene que llevar a nuestros deportistas a buscar ser mejores, sin caer en los errores confesados por quien fuera considerado un astro del ciclismo, pero que hoy no es más que un enorme motivo de vergüenza para el mundo. Una vez más ha quedado demostrado que la estrategia del engaño solo produce perdedores, que los verdaderos ganadores son los que luchan por victorias limpias y honestas.
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