Colombia dio el pasado martes un paso fundamental en materia de salud pública al aprobar el uso medicinal, terapéutico y científico de la marihuana, convirtiéndose en el cuarto país de América Latina que toma una decisión similar, después de Chile, Puerto Rico y Uruguay. Hay que tener en cuenta, además, que en Canadá y Estados Unidos cerca de 24 estados ya tomaron una determinación parecida, incluso con libertades para su uso recreativo, en algunos casos. Dichos pasos significan un cambio en la política de la lucha contra el tráfico de drogas, en la línea que se viene promoviendo de legalización, con el fin de debilitar a los carteles de la droga internacionales, los cuales se benefician de la prohibición.
Es bien conocido que el cannabis que se extrae de la planta goza de numerosas virtudes medicinales, que ayudan de manera eficaz en tratamientos de enfermedades caracterizadas por provocar dolores agudos, como los diversos tipos de cáncer, por ejemplo. Ese aporte al mundo médico no es para nada despreciable; por el contrario, cada vez se encuentran nuevos y mayores beneficios en el uso regulado de la marihuana, por lo que resulta un exabrupto que haya una prohibición tan tajante como la que se tenía hasta hace poco en el país.
Es importante resaltar que, si bien con el mencionado decreto serán legales las plantaciones de marihuana para ser comercializadas para fines medicinales, el monopolio y control, tanto de las licencias, como de la venta del producto, quedará en manos del Estado, lo que garantiza que haya un permanente monitoreo que apunte a que la sustancia solo sea usada para los fines autorizados. Desde luego que los propósitos diferentes en esta materia tendrán que ser bien controlados, sin dar ventaja a quienes busquen desviar los fines de su utilización. Está claro que hasta el momento el uso recreativo de la marihuana no es permitido.
Todos los procesos de cultivo, fabricación y distribución de los medicamentos a base de marihuana pueden convertirse en una rentable industria que no tenga que esconderse de las autoridades, pero que cumpla con los mínimos niveles de exigencia que fija el decreto. Vale la pena resaltar que en el Congreso de la República avanza una iniciativa en el mismo sentido, con la que el trascendental paso adoptaría fuerza de ley. Podrán ser muy numerosos los pacientes beneficiados con tratamientos que ayuden a paliar de mejor manera sus males.
Para las autoridades de Policía cambia un poco el rol frente a las drogas, ya que además de perseguir las ollas del narcotráfico, donde se expenden toda clase de alucinógenos, ahora podrán hacer visitas a los cultivos con licencia, con el ánimo de verificar que se cumplan los requerimientos establecidos en el decreto. En síntesis, lo nuevo es que estas plantas podrán aportar positivamente a la sociedad, contrario a la pésima imagen de la que hoy disfrutan como iniciadoras de la drogadicción en los jóvenes.
Es claro que el mundo moderno está virando hacia la legalización de las drogas, debido al fracaso de la lucha prohibitiva que no ha podido frenar el crecimiento de su comercialización mundial, pese a todas las restricciones que se han implementado. El enfoque de persecución en la oferta y no en la demanda es el que lleva a generar confusiones acerca de lo que es bueno para la sociedad. Lo que hay que hacer es desarrollar un trabajo educativo intenso que persuada a los jóvenes para que no usen la marihuana de manera que los perjudique.
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