Jaque a la figura del rey

La determinación del rey Juan Carlos I de Borbón de abdicar a sus 76 años al trono de España, con lo que el príncipe Felipe de Asturias se convertirá en el rey Felipe VI el próximo 18 de junio, cuando está prevista la ceremonia de sucesión de la monarquía, ha hecho que miles de habitantes de la península salgan a las calles a pedir un referendo que permita acabar de una vez por todas con esa figura, y que España sea proclamada República.

Dar ese paso, sin embargo, no parece cosa fácil, debido a la importancia que la presencia del monarca tiene en el devenir de ese país, en donde constituye, sin duda, el símbolo de la unidad nacional, más allá de los posibles choques políticos que puedan darse y los ánimos separatistas de algunas provincias. La existencia del rey ha permitido esa cohesión que se ha mantenido en España y que ese país no abandonará fácilmente, pese a que fracciones de la derecha afines a la monarquía son cada vez más proclives a las formas republicanas.

Hay que reconocer el papel vital que desempeñó Juan Carlos I en la transición de la dictadura de Francisco Franco a la democracia, lo que le permitió a España modernizar no solo sus estructuras del Estado sino todos los ámbitos de la vida pública. La decisión de alejarse del trono es interpretada de varias maneras por quienes le siguen la pista a la familia real, pero un punto en el que hay muchas coincidencias es que los recientes resultados en el Parlamento Europeo, con el triunfo de movimientos nacionalistas, pudo provocar la necesidad del cambio, ya que se requerirá energía renovada de esa monarquía para enfrentar los fuertes vientos que buscarán afectarla.

Además, no es secreto que la crisis económica europea, que afecta en forma seria a España, no parece tener una salida pronta, a lo que se sumará la consulta popular del próximo 9 de noviembre en Cataluña para su posible independencia. Aunque durante el tiempo en que se extendió su reinado, el rey evitó meterse en minucias de la política, y permitió que los partidos desde todos los ámbitos ideológicos pudieran expresarse, parece que llegará el momento de intervenir, lo que preferirá dejar a su hijo, con la esperanza de que su vástago no se vea afectado por los problemas de imagen que le causaron los episodios de la caza de elefantes y los escándalos de su yerno Urdangarín.

A favor, frente a quienes piden el fin de la monarquía, el nuevo rey tendrá la austeridad de su casa, de acuerdo con un estudio de la Universidad de Gante, Bélgica, realizado en el 2012. Mientras que la República francesa cuesta 112 millones de euros al año, la corona española apenas llega a los 8,5 millones de euros. De hecho, el salario del rey español es de 175.622 euros, el más bajo de las repúblicas europeas, y hasta de fuera de ese continente, como Estados Unidos, donde su presidente gana cerca del doble, 350 mil euros al año, según el mismo estudio.

Como sea, para Felipe VI vienen momentos complicados, pues le tocará reinar en un país que vive el momento más crítico en cerca de 40 años, con movimientos separatistas en hervor y una situación de decadencia en los partidos políticos (PSOE y PP) que no les ofrece esperanzas a los millones de españoles que salen a buscar empleo sin encontrarlo y que se han visto obligados a gastar sus ahorros en la lucha por sobrevivir al mal momento económico.

Hay que reconocer que el hijo de Juan Carlos de Borbón está bien preparado, pues lleva 39 años observando lo que hace su padre y dándose a conocer al mundo con la imagen positiva del príncipe de Asturias. Los jefes de Estado de todo el mundo ya lo conocen y él los conoce a todos, por lo que su relación con el resto del planeta no será complicada, si eso se lo permiten en la propia España.