En Oslo, capital de Noruega, y acompañado por 30 invitados, el presidente Juan Manuel Santos recibe hoy el Premio Nobel de Paz. Entre los invitados estarán 10 representantes de víctimas del conflicto armado, quienes serán testigos del gran honor que recibe Colombia, a través de su jefe de Estado, por el esfuerzo que actualmente hace el país para dejar atrás 52 años de conflicto armado con las Farc, organización guerrillera que está en dirección de abandonar las armas para tomar el camino de la confrontación política en paz.
A las 7:00 a.m. de hoy (1:00 p.m. de Noruega) será la intervención principal del presidente Santos en el auditorio del Oslo City Hall, donde también hablará el presidente del Premio Nobel, y luego el mandatario colombiano sostendrá diversas reuniones con líderes mundiales. Un acto que promete ser emotivo se vivirá a la 1:00 p.m. hora colombiana, cuando el presidente colombiano recibirá en las calles de Oslo un homenaje de la población, que con antorchas blancas destacarán el compromiso de Santos por la paz. Más tarde habrá un concierto en el que participarán el cantante colombiano Juanes y el británico Sting.
El presidente Santos aprovechará su viaje a Europa para hacer una gira por varios países: Suecia, Bélgica, España e Italia, y el 17 de diciembre será su regreso a Colombia. En desarrollo de este viaje se llevará a cabo el lanzamiento del Fondo para el posconflicto de la Unión Europea y una audiencia con el papa Francisco en el Vaticano, quien ha dado un fuerte respaldo a los acuerdos de paz con las Farc. Entre tanto en Colombia se estarán tomando importantes decisiones que resultan vitales para lograr la implementación de esos acuerdos y la construcción de una paz sostenible y duradera para el país.
Para los colombianos debe ser motivo de orgullo que el mundo esté mirando a nuestro país de manera tan positiva, cuando hasta hace no mucho casi que éramos un estado paria, que solo era objeto de discriminaciones y apreciaciones negativas en forma generalizada. Atrás van quedando esas manchas de violencia y crimen que nos han rotulado ante el resto del planeta para comenzar a ser vistos como un pueblo que anhela la paz, que busca enfocar todos sus potenciales a construir un mejor porvenir no solo para Colombia, sino servir de ejemplo para todo el entorno latinoamericano. Es el impacto internacional más positivo para el país en varias décadas.
Es cierto que todavía queda pendiente el conflicto que se tiene con el Eln, guerrilla demasiado ambivalente en sus muestras de voluntad de paz. Además, se tiene el reto de que los sectores más radicales de la política tanto en izquierda como en derecha aprendan a convivir con un debate de ideas, con altura, sin dejar campo al regreso de la violencia que tantos males han causado a lo largo de la historia colombiana. Para dar ese paso tan importante resulta fundamental también desarmar la palabra, pues los discursos incendiarios se pueden transformar en la mecha que genere nuevas violencias en nuestro país. Ojalá que no.
Santos merece, sin duda, dicho reconocimiento. En estos años de gobierno, el mandatario se la ha jugado toda para alcanzar un resultado que conduzca a Colombia hacia la construcción de una paz estable y duradera. No le ha importado que su apuesta signifique que su popularidad se ubique en bajos niveles, y todo su capital político lo ha puesto al servicio de una noble causa. Otro en su lugar muy probablemente ya habría renunciado a ese anhelo general, con tal de mantener mejores niveles de popularidad en las encuestas.
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