Avalado el mecanismo de aprobación rápida de las leyes que pondrán en ejecución el Acuerdo de Fin del Conflicto definitivo con las Farc y con los primeros pasos para la creación del grupo político que se encargará de hacer la veeduría de la implementación con voz, pero sin voto, en el Congreso y preámbulo de lo que será luego la militancia política de los exguerrilleros que cambiarán la opción armada por la vía política, el país empieza ahora sí a ver lo que puede ser después de que entregue los fusiles el grupo insurgente más viejo del continente. Mientras tanto, continúa la movilización de los guerrilleros a las zonas veredales de concentración transitoria.
A su vez, el ministro de Defensa, Luis Carlos Villegas, anunció que habrá una arremetida contra los cinco cabecillas y sus agrupaciones que decidieron continuar con sus estructuras armadas y no seguir los pasos de las mayorías de esa guerrilla. El anuncio es una notificación al comandante del Frente primero y a los otros hombres que continúan en armas y que fueron expulsados de las Farc, por no seguir los lineamientos del Secretariado. Lo que resulta claro es que no hay necesidad de enviar este tipo de mensajes, lo que les corresponde a las Fuerzas Armadas es combatir a la delincuencia desde donde venga. Y esto aplica para disidentes de las Farc como para los elenos que se resisten a sentarse a la anunciada mesa de negociaciones y para cualquier otra estructura armada. Que no se baje la guardia en estos aspectos es vital, de cara a un país sin Farc.
Esto sucede al tiempo que el presidente estaba en El Vaticano recibiendo el premio a la paz que entrega la Iglesia Católica, que fue aprovechado por el papa Francisco para intentar mediar entre el mandatario colombiano y su antecesor y duro crítico del proceso de paz, Álvaro Uribe Vélez. Lo que nos recuerda que para llegar a la concordia en el país falta mucho por hacer y que se requiere de un pacto político amplio para lograr que lo que hoy se hace en favor de la paz se traduzca en la posibilidad de aceptar unos mínimos para que todos quepamos en él. Aún hay muchas personas que se resisten a aceptar lo pactado con el grupo guerrillero y nos está llevando a unos niveles de polarización que rayan en lo peligroso.
Bienvenida la agrupación política de ciudadanos que con el nombre de Voces de paz se inscribió ante el Consejo Nacional Electoral para ser la encargada de sentar su voz en defensa de los acuerdos, durante los debates que se den en el Congreso para la implementación. Se trata de ciudadanos, como quedó acordado, no de guerrilleros en proceso de dejar las armas, pero es obvio que serán pieza fundamental en la futura acción política que emprendan quienes dejen el grupo guerrillero y se acojan a la vida civil. El país debe ir entendiendo estos cambios para permitir que esa transición se pueda dar y se proteja a estas personas que prefirieron la política a seguir delinquiendo y en la clandestinidad. Estos gestos demuestran que el postacuerdo ya arrancó y el país debe asumirlo con responsabilidad y amplitud. Ahora que cada uno cumpla el rol que le corresponde para que se haga sin traumatismos y que no haya pasos a nuevas violencias.
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