En el Congreso Nacional extraordinario, que se celebra hoy en Bogotá, será escogido el nuevo gerente de la Federación Nacional de Cafeteros. Todo está servido para que el pereirano Roberto Vélez Vallejo, quien se venía desempeñando como embajador de Colombia en Japón, asuma las riendas de un potro que no está fácil de domar. Tras la renuncia el sábado de la manizaleña Adriana Mejía y el lunes del antioqueño Luis Guillermo Vélez, la terna se redujo a un solo nombre que, al parecer, tendrá una amplia mayoría a favor y podrá posesionarse sin fuertes oposiciones.
El nuevo gerente deberá desplegar un liderazgo que le permita rescatar la unión del gremio, recuperar la confianza en los cafeteros desde las bases, apuntarle a mejorar la calidad del grano en general y consolidar una mayor competitividad del sector. El repunte de los precios del café colombiano en la Bolsa de Nueva York, la devaluación del peso frente al dólar y el alza en la producción a casi 13 millones de sacos, se constituyen en puntos favorables para encontrar el camino hacia el fortalecimiento. Si bien es difícil llegar a consensos en el gremio, sí debe trabajarse a fondo para lograr el grado máximo de unidad.
Hay una realidad de altos costos en fertilizantes y fungicidas, y en mano de obra, y aún es poca la participación de los cafés con alto valor agregado en la canasta exportadora colombiana, lo cual también se convierte en un desafío vital para la nueva cabeza de la Federación. Así mismo, los hijos de los cultivadores tradicionales ya no están muy convencidos de mantenerse en esa actividad, que en las dos últimas décadas se ha comportado de manera azarosa, inestable, sin la misma seguridad de utilidades que tuvo en el pasado. Hay que hacer todo lo posible para que las familias campesinas se mantengan en el negocio, y que lo vean como una empresa productiva y rentable.
La interlocución con el Gobierno Nacional es importante, porque aún es necesario el apoyo que se le pueda dar desde el Estado a la caficultura, y así superar los problemas de deudas e iliquidez que tienen muchos campesinos. Sin embargo, eso no puede confundirse con entregarse a todo lo que se diga desde el Ejecutivo, porque la independencia de la Federación tiene que considerarse como un valioso activo al que no puede renunciarse. Ojalá muy pronto podamos decir que el gremio es totalmente autosuficiente y próspero, y que esa libertad le permita involucrarse cada vez más y mejor en los mercados internacionales.
También es fundamental que haya una total transparencia en el manejo de los recursos de la Federación, que se tomen medidas serias y responsables de reestructuración interna en la parte administrativa, y que se haga más énfasis en sus tareas misionales de acompañamiento a los caficultores, de investigación y en proteger el patrimonio de socios. Si desde los pequeños a los grandes cafeteros ven en el nuevo gerente a alguien franco, que toma las decisiones que son más útiles para la actividad y que defiende a los cultivadores en todos los momentos y escenarios, se podrá recuperar la confianza en el futuro de las 550 mil familias que se dedican a este cultivo.
El nuevo gerente también deberá liderar un debate serio acerca de las conclusiones de la Misión del Café y adoptar de allí las ideas que más le sirvan a la actividad en estos momentos. Hay que analizar a fondo las sugerencias que allí se plantean, y así lograr que el café siga siendo líder en la agricultura colombiana por muchas décadas más.
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