Colombia tiene esa capacidad de imponer antirrécords. Las Farc son la guerrilla más vieja del hemisferio occidental y el Ejército de Liberación Nacional (Eln) le sigue de cerca. De ahí la importancia de que se pueda avanzar con este grupo armado hacia una paz igualmente estable y duradera. En 1964 se funda este grupo, que nace del ala política más rebelde del Movimiento Revolucionario Liberal contra el Frente Nacional y de la mano de la Federación Universitaria. A estos se sumaron antiguos guerrilleros liberales campesinos del grupo de Rafael Rangel en Santander y, por supuesto, se creó gracias al cordón umbilical que la ataba a la revolución cubana que se dio cinco años antes.
Los hermanos Vásquez Castaño lideraron la naciente agrupación que empezó promoviendo entre el campesinado del sur de Santander reivindicaciones sociales. Su conexión con estudiantes universitarios desde un origen llamó la atención de personajes de la talla del sacerdote Camilo Torres, que en 1966 con un pésimo entrenamiento se enfrenta al Ejército y muere en combate, lo que lo elevó en su categoría de inspirador de otros, incluidos sacerdotes, para intentar por la vía armada los cambios que no lograba dentro del establecimiento, toda vez que él hizo parte del Incora y de otras instituciones que pretendían modernizar el país y democratizar la propiedad, pero se cansó de luchar por la vía institucional y acudió a las armas. En el Eln encontró el lugar propicio para intentarlo, pero duró poco su entusiasmo.
La llegada de sacerdotes españoles como Domingo Laín, Manuel Pérez o José Antonio Jiménez le dieron un matiz cristiano de izquierda, muy cercano a la teología de la liberación, un hecho contradictorio, que mezclaba las creencias en Dios con el marxismo leninismo. En los años 70 se dio por casi acabada esta guerrilla en lo que se conoció como la Operación Anorí, pero renació por cuenta del pago que recibió de grandes multinacionales para la construcción de la infraestructura petrolera que se desarrollaba. La primera vez que tuvo un acercamiento de paz fue con el presidente Alfonso López, que conocía a varios de los fundadores por haber militado en el MRL. No obstante no participó de los diálogos con el Gobierno de Belisario Betancur y más bien aprovecha para reorganizarse y crecer.
Los 80 trajeron consigo los éxitos en exploración petrolera en el país. El Eln que ya había tenido un viraje hacia lo urbano y la lucha obrera encontró aquí el oxígeno que esperaba, al recibir recursos de multinacionales del petróleo para no ser atacadas o por la liberación de secuestrados. Esa fortaleza económica le permitió fortalecerse y recuperar la capacidad de daño. Desde los 90 tuvo varios intentos de diálogo con casi todos los gobiernos. Sin embargo, siempre se enfrascó en discusiones que no dejaron cristalizar algún resultado.
La no liberación oportuna del exdirigente político chocoano Odín Sánchez hizo que se aplazara la negociación que se tenía prevista iniciarse en Quito el pasado jueves en su fase pública, liderada por Juan Camilo Restrepo, un hombre de experiencia y con una comprensión del país que le vendrá muy bien al proceso si se da. Así es muy difícil que se pueda ganar la confianza, más con acciones contra la población civil, como las denunciadas en Arauca esta semana y que señalan al Eln. Ojalá se libere de una vez a Sánchez y se inicien los diálogos lo más pronto para un acuerdo definitivo. Confiamos en que en esta oportunidad los elenos sepan entender que el país cambió y que la lucha armada para conseguir los objetivos es asunto del pasado. No puede haber más largas.
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