Finalizan mañana los XX Juegos Deportivos Nacionales, la cita atlética más importante del país. Si bien Caldas casi cumple la promesa de alcanzar cuatro medallas de oro, la cifra resulta pírrica a la hora de mirar sus antecedentes y el comportamiento de las delegaciones vecinas, como la de Risaralda, por ejemplo, que terminará quinta en el medallero. Las condiciones precarias en las que, por lo general, viajan los deportistas nuestros tienen mucho que ver en lo obtenido. A los que ganaron hay que hacerles un doble reconocimiento por sus logros en medio de tantas dificultades.
Detrás de la pobre participación de Caldas en los Juegos hay un cúmulo de situaciones que lo tienen en el fondo del cuadro de medallería, algo que no debería ocurrir si se trabajara de la manera adecuada, y se le diera al deporte la importancia que merece. Hay que reconocer que en el último tiempo se dieron pasos hacia la recuperación, pero el tiempo y las soluciones son pocas para pedir algo que resultara significativo.
Es cierto que los deportistas recibieron los incentivos que pidieron, una parte de la Alcaldía de Manizales y otra de la Gobernación de Caldas. Los técnicos también lograron la estabilidad laboral que exigían, e incluso reciben pagos en diciembre, enero y febrero, tiempo que antes era de abstinencia económica mientras volvían a ser contratados. Los desembolsos comenzaron a ser más oportunos y fue contratado un metodólogo para apoyar a dirigentes y técnicos, aunque estos últimos no lo vieron con buenos ojos.
Todo lo anterior no ha sido suficiente para lograr cambios sustanciales en los resultados. Hay que advertir que el presupuesto es poco para atender todas las necesidades del deporte caldense, y que hoy se tiene una inmensa desarticulación en las distintas disciplinas, lo que nos ubica entre los peores de los Juegos, y eso teniendo en cuenta que esta vez la delegación tuvo un filtro más estricto, con el fin de que solo viajaran los que en realidad tenían posibilidades de ganar medallas.
Un paso a seguir es mejorar los recursos para el deporte, pero más vital que eso es enfocarse en los procesos, la planificación, la metodología y en tener personal bien capacitado. La Secretaría del Deporte no puede ser un ente legalizador de recursos, y nada más. Por el contrario, debe liderar los procesos con personal competente, desde los mismos funcionarios, técnicos y también al lado de los dirigentes, para que las ligas dejen de ser entes aislados y a veces casi intocables.
Un solo ejemplo de las cosas absurdas que vemos en nuestro deporte es que durante muchos años pedimos una piscina olímpica, y ahora que la hay no se cuente con figuras destacadas en ese deporte. Cuando no se tenían escenarios reglamentarios para practicar la natación logramos disfrutar del talento de Carlos Ignacio Henao y Lina Constanza Arango, por ejemplo, quienes trajeron para Caldas numerosas medallas de los Juegos Nacionales.
Ahora bien, no es equivocado afirmar que la región también se quedó rezagada por falta de escenarios adecuados, tal y como pasó con el patinaje, deporte en el que Caldas fue potencia y que perdió impulso por no contar con la pista adecuada. Por eso, resulta pertinente pedir que se unan esfuerzos con Risaralda y Quindío para que el Eje Cafetero haga los Juegos Deportivos Nacionales del 2019, opción que ayudará a recuperar el terreno perdido y mejorar la infraestructura deportiva con inversiones provenientes del gobierno central.
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