El cambio de contralor

El Congreso de la República ha fijado para hoy la elección del nuevo contralor General de la República, en remplazo de Sandra Morelli. Este proceso está signado por el escándalo. Primero, la Corte Constitucional en un principio no pudo ponerse de acuerdo para escoger su ternado, mientras que la Procuraduría dijo que se apartaba del proceso por considerar que puede haber vicios, mientras que el expresidente César Gaviria acudió incluso a la Casa de Nariño para insistir ante el presidente, Juan Manuel Santos, en busca de apoyo para su candidato. Todo esto se da en medio del choque de trenes entre la contralora actual y el fiscal General de la Nación.

Así que el Congreso deberá hoy escoger y, de acuerdo con su decisión, seguramente la polémica seguirá, pues se habla de inhabilidad de ternados, de ausencia de mujeres en la terna, y esto podría terminar resolviéndose en los propios estrados judiciales, a pesar de que quienes conforman la terna vienen postulados por las altas cortes, en donde tuvieron tiempo de haber reparado en estas situaciones para evitar un nuevo escándalo. Esa facultad nominadora de las altas cortes es la que las tiene hoy en el ojo del huracán y se insista en una reforma a la justicia que les quite esa capacidad que en poco ha contribuido a un sistema judicial eficiente y técnico.

Después del lamentable espectáculo protagonizado por el expresidente Gaviria en busca de apoyo para Gilberto Rondón González, que lo llevó incluso, según las informaciones de prensa, a enfrentarse al presidente Santos, el liberalismo llegará dividido a la elección y esto despejará el camino para el que parece ser el favorito del Gobierno, el exprocurador Edgardo Maya Villazón, quien se asoma como prenda de garantía para la labor que se requiere al frente del organismo, por su cercanía a la clase política.

Lo desafortunado es que siguen pasando contralores sin que se llegue a tener verdadero guardián en la heredad. O la corrupción en Colombia los desborda o no se pasa de dos o tres casos emblemáticos y pare de contar, eso sin tener en cuenta que las contralorías departamentales y municipales son un reflejo de la General. Se debería impulsar una reforma que haga de la Contraloría General el superior funcional de las regionales, y acabar la bicefalia burocrática que pocos resultados produce y termina simplemente en espasmos escandalosos, de investigaciones exhaustivas y denuncias de corrupción, cuyos resultados son muy pobres.

La contralora Sandra Morelli, que empezó su labor con importantes denuncias, se va enfrascada en varias polémicas, como una con el fiscal General, Armando Montealegre, quien la ha fustigado de tal manera que incluso intentará llevarla a la cárcel hasta por 27 años, según lo que se ha conocido hasta ahora, en lo que se ve un claro personalismo de las acciones en el ente acusador. Ya Montealegre ha emprendido discusiones con el procurador, con el pasado ministro de Justicia, entre otros altos funcionarios, dejando un manto de duda sobre el papel que debe cumplir la institución a su cargo, la cual reformó no hace mucho, precisamente para defender la institucionalidad y no para ponerla al servicio de las causas del fiscal de turno.

La Constitución de 1991 creó la Contraloría con un sentido moderno, separada de las tres ramas tradicionales del poder público, como organismo para ejercer el control fiscal y administrativo, principalmente, entre otras funciones. Se requiere independencia para hacerlo, pero el macabro sistema de ser elegido por los congresistas, que tienen mucho poder en la rama ejecutiva en este país hace que esto no sea tan fácil. Ojalá quien sea elegido rompa los mantos de duda sembrados alrededor de esta terna y sea capaz de mejorar lo que no funciona y de proponer los cambios que se requieran para cumplir el papel de vigilante de los recursos públicos que se le endilga.