Hay indicios suficientes para pensar que la oposición obtendrá hoy las mayorías en la Asamblea Nacional de Venezuela y que el chavismo se verá en dificultades para seguir actuando de manera arbitraria. Como el presidente Nicolás Maduro lo sabe y esa es una tendencia que viene consolidándose desde hace meses, ha montado todo tipo de estrategias para tratar de evitar que el golpe para su gobierno sea demasiado fuerte. Incluso horas antes de la apertura de las urnas, el mandatario seguía generando intrigas.
Como ya es cotidiano en la conducta de Maduro, a escasas horas de comenzar la jornada democrática, la confrontación con otros mandatarios del mundo era su forma desesperada de tratar de generar solidaridades entre los venezolanos, tratando de vender un nacionalismo populista trasnochado que muy seguramente terminará convirtiéndose en una realidad contraria a sus deseos. Su pelea con el presidente del Gobierno español, Mariano Rajoy, se enquistó en un discurso propio de hace 200 años, como si todavía fuera pertinente sentirse como una colonia.
Lo que el presidente venezolano no entiende es que no solo el país ibérico, sino la mayor parte del mundo está preocupada por las expresiones totalitarias que viene ejecutando su administración, las cuales son un peligro global, muy afín con esas posiciones antidemocráticas que empuñan hoy los postulados del terrorismo. Lo único que pide la comunidad internacional es que en estas elecciones se garantice la transparencia, el respeto por el voto libre y que no haya la menor sombra de fraude, frente a lo cual el propio Maduro ha generado dudas anticipadas al tratar de evitar que haya instancias normales de observación externa.
Todo indica que los resultados de hoy reflejarán un cobro a la gestión del presidente venezolano, quien ha llevado al país a una situación de crisis económica delicada, con una inflación descontrolada y creciente y con escasez de productos básicos en los mercados. La gente ya está cansada de que tenga que hacer largas filas para obtener alimentos y demás productos para tener una mínima calidad de vida, y que cada vez el dinero les alcance para menos. El terreno está, por esto, abonado para que la oposición se anote una contundente victoria.
Si se da ese cambio en el seno de la Asamblea Nacional, se tendrá un mensaje claro acerca de la necesidad que ve la mayoría de los venezolanos de hacer transformaciones profundas en su país, sobre todo en materia económica, pues una inflación cercana al 200% es irresistible. Sería la primera vez en 17 años que los opositores del chavismo quedarían con las mayorías en el Legislativo y eso necesariamente le haría un fuerte contrapeso al Ejecutivo que amenazaría con poner en riesgo su continuidad hacia el futuro. Inclusive se prevé que se introducirían proyectos de ley que apunten a recortar el mandato del presidente chavista.
Ahora bien, también es verdad que conociendo el talante del Maduro, tal vez quiera imponer con mayor energía la mano fuerte. Para la salud de la democracia y de la estabilidad en América Latina, esperamos que los resultados se acepten como queden y que no se impulsen acciones que puedan generar violencia en el vecino país. Ya es demasiado con el irrespeto que se viene dando a los derechos fundamentales de varios líderes opositores como para que la situación se oriente hacia un posible escenario despótico. La esperanza del continente americano y del mundo, en general, es que todo transcurra hoy de manera pacífica y que la democracia salga fortalecida.
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