Los yihadistas del Estado Islámico (EI) están pasando por su peor momento desde que su presencia se convirtió en un problema global. El trabajo mancomunado de las fuerzas iraquíes chiítas y kurdas, con el apoyo de las potencias de Occidente, ha servido para recuperar terreno y cercar a los miembros de esa temible organización extremista, a quienes de todos modos no será fácil derrotar, como lo ha reconocido el presidente de los Estados Unidos, Barack Obama.
Debemos recordar que desde junio del 2014 los líderes del EI asumieron el dominio de la ciudad de Mosul, la segunda más importante de Irak, y que sus acciones venían en expansión con la pretensión de consolidar el califato que anunciaron en esta zona del Medio Oriente. Tras la ofensiva que se viene ejecutando esta semana, con la que se logró la recuperación de la comarca de Al Hamdaniya, en el perímetro de Mosul, los yihadistas se han visto obligados a retroceder.
No obstante, hay efectos preocupantes de estas acciones, como que cerca de 6 mil civiles inocentes, sobre todo mujeres y niños, se ven obligados a desplazarse hacia otras zonas del país, e incluso hacia países vecinos como Siria, debido a la crudeza de los combates que ponen en riesgo sus vidas. Además, para tratar de frenar la ofensiva aérea, los miembros del EI han quemado petróleo y generado situaciones de pánico en varias zonas de la populosa ciudad con cerca de 2 millones de habitantes, la mayoría cristianos y sunitas.
Para los refugiados las condiciones higiénicas y de salud son precarias, y son cada vez más las familias que llegan a esas zonas. El panorama es caótico, con una grave crisis humanitaria. Lo peor es que, debido a los ataques que han sufrido los cuerpos humanitarios en el pasado, hoy no les están llegando alimentos, medicinas y agua potable suficientes para evitar que la situación sea cada vez más crítica. Según las Naciones Unidas la población de refugiados podría llegar en poco tiempo a unas 100 mil personas.
El gran desafío militar para las tropas que lideran la ofensiva es llegar a los cerca de 4.500 combatientes del EI que se movilizan por túneles por Mosul, y que se convierten así en objetivos difíciles de alcanzar. Sobre todo porque la estrategia de los yihadistas ha sido usar a los civiles como escudos y castigar severamente e incluso asesinar a los habitantes de Mosul que no les den protección o que pretendan huir.
No ha habido un momento más crítico en la lucha contra el EI, y todo indica que los días que vienen serán más complejos, aunque con la expectativa de una posible victoria frente al yihadismo. No obstante, con su estrategia de guerra de guerrillas es una lucha compleja. Hay que tener claro que así los yihadistas sean derrotados en Mosul en otros lugares del Medio Oriente y de Europa hay células con capacidad para hacer daño, por lo que es fundamental mantenerse atentos y tomar medidas que dificulten sus acciones extremistas.
Esta operación militar ocurre tres semanas antes de las elecciones presidenciales en los Estados Unidos, y dos semanas después de la temeraria afirmación del líder ruso, Vladimir Putin, de no hablar más con Obama acerca de la crisis en el Medio Oriente, donde el papel de las fuerzas de Rusia ha sido polémico, por actuar por fuera de la estrategia trazada por el resto de países que buscan frenar al EI. Sin lugar a dudas lo que ocurra en los próximos días en Mosul será determinante en la escogencia del nuevo huésped de la Casa Blanca, donde Putin quisiera ver sentado al republicano Donald Trump.
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