Arduo trabajo por la educación

Cuando quedan apenas dos años para lograr las metas de los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM), gran parte de los propósitos planteados por las Naciones Unidas aún están sin cumplirse. Se tiene que desarrollar un gran trabajo y que esté bien enfocado si queremos que a la fecha de corte prevista (2015) lleguemos con un porcentaje que resulte aceptable, tomando en cuenta además que los mínimos planteados son exactamente eso, mínimos, y que lo ideal sería superarlos y ubicarnos a la vanguardia en desarrollo humano en Colombia, y hasta en el mundo.

En el caso de Manizales, a la que hemos querido convertir en ciudad educadora por antonomasia, es preocupante que todavía tengamos grandes problemas de cobertura como se evidencia en la educación preescolar, donde la tasa bruta llega apenas al 83 %, muy lejos de la meta del 100 %; o que la tasa de cobertura bruta en educación media (10 y 11) esté en el 82 %, cuando la idea es llegar, al menos, al 93 %, y peor aún que la tasa de repetición en el sector oficial esté en el 4,9 %, cuando la meta nacional es bajarla al 2,3 %. En estos puntos específicos aún estamos muy lejos.

Si pensamos en términos de calidad educativa, los líos podrían ser mayores, y no se están tomando en cuenta las iniciativas que buscan avanzar en este camino. El actual alcalde de Manizales, Jorge Eduardo Rojas Giraldo, se comprometió, por ejemplo, a cumplir al pie de la letra el Mandato Ciudadano, en el que participaron cerca de 100 mil manizaleños que les exigieron a las autoridades locales comprometerse a fondo por la educación. Ya ha pasado cerca de año y medio de su administración y no se tienen decisiones claras en este sentido.

Por el contrario, la determinación de cambiar la estrategia del bilingüismo que venía funcionando muy bien en el gobierno pasado, y minimizarla casi al punto de desaparecerla va en contravía de las necesidades reales de la educación en una ciudad, que también pretende ser reconocida por sus avances en las tecnologías de la información y la comunicación, así como en el crecimiento de los centros de contacto, en los que el uso del inglés es básico. Sin esa segunda lengua es casi imposible crecer en dichos campos.

La respuesta que se encuentra cuando se indaga sobre estos asuntos es que se está avanzando en la estructuración del Plan Maestro de la Educación, que será la guía que oriente los pasos hacia una mayor calidad y pertinencia en ese sector en la capital caldense, pero aún no se conoce nada concreto sobre esa materia. Además, no se ha logrado la articulación de las diferentes iniciativas que en la ciudad han surgido para impulsar la educación como estratégica, tarea que debería liderarse desde el Ejecutivo local, y lograr así la unión de fuerzas públicas y privadas frente a un propósito común.

Resulta paradójico que en la educación, que es el punto en el que Manizales ha buscado permanente reconocimiento, se tengan atrasos tan pronunciados, y que no se cuente con las políticas públicas que muestren un camino claro de superación. Las autoridades del sector no pueden contentarse con responder que la gente no quiere educarse, pese a haber programas para ello, sino que debe buscar las herramientas que lleven al cumplimiento de las metas, sin evadir responsabilidades. Si queremos reconocimiento como ciudad educadora, debemos contar con un sistema coherente que arranque desde el preescolar y termine con excelentes profesionales en las distintas ramas del saber.

También preocupa el atraso que aún tenemos en programas relacionados con los otros ODM, como la nutrición infantil, que sigue siendo precaria, lo que también es obstáculo para avanzar en la escolaridad. De igual forma están los altos niveles de mortalidad materna, que tienen estrecha relación con problemas alimenticios y la ausencia de programas de prevención en salud. Ojalá que los diferentes actores tomen en cuenta los indicadores sociales que cada año presenta la estrategia Manizales Cómo Vamos, y que sirven como referencia para nuevas iniciativas que busquen avances en asuntos neurálgicos, como lo son sin duda los ODM.