Apoyo y veeduría a la Licorera

Desde hace tiempo se vienen pidiendo acciones en la Industria Licorera de Caldas (ILC), con el objetivo de reanimarla y recuperar el mercado perdido. El nuevo gerente de la empresa, Jorge Iván Orozco Hoyos, aseguró al posesionarse que su meta es poner a marchar a todos hacia el propósito de vender, vender y vender. Como primer paso en ese camino presentó a consideración de la Asamblea un proyecto de ordenanza para reformar los estatutos de la destilería, con el fin de modernizarla e ir más rápido por el sendero de la mejora.

La mayoría de los diputados aprobaron la iniciativa que le da plenas atribuciones al gerente para nombrar su equipo de trabajo con plena libertad. También se le permite contratar en forma directa, bajo un régimen de empresa privada, sin tener que acudir a procesos de licitación para la compra de materias primas. De la misma manera, se le permitirá a la ILC desarrollar un trabajo comercial más amplio e intenso con productos propios o con otros que sean acordes con su actividad. Lo del traslado de la planta de destilación es un asunto que requiere mucho estudio para sacar el mejor provecho a la rentabilidad de la empresa.

Estas decisiones, sin duda, están orientadas a alivianar las distintas operaciones, buscando más agilidad y capacidad de reacción, lo cual es una exigencia actual si se busca éxito en el mercado. No obstante, no están desprovistas de riesgo, pues algunos grupos de interés podrían encontrar en estas medidas la posibilidad de presionar para obtener beneficios económicos, en detrimento de la empresa. El nuevo gerente tiene la responsabilidad, por eso, de accionar mecanismos que garanticen una total transparencia. Solo un manejo creativo, pero al mismo tiempo muy estricto, puede llevar a la recuperación real.

Los llamados de algunos exgobernadores y exgerentes de la ILC en el sentido de buscar las explicaciones de la caída vertiginosa de la empresa en los años recientes, tienen mucho asidero. Es fundamental que se sepa con exactitud cuáles fueron los errores que se cometieron, cómo actuó la corrupción para debilitar la Licorera y aplicar correctivos que garanticen no volver a caer en lo mismo. En esto, los sindicatos tienen la responsabilidad de colaborar y no permitir que se repitan historias desagradables, y más bien acompañar la gestión de la nueva administración, para que la mejora sea un logro conjunto.

Todos los caldenses debemos velar por el éxito del nuevo gerente, pues sería una desgracia mantener la racha de administraciones volátiles e inconsistentes, como la que encarna la realidad de seis gerentes en dos años. El antecesor de Orozco, Bruno Seidel Arango, denunció falta de apoyo y compromiso de los diferentes sectores de Caldas a los que les debería doler más la actual situación de la empresa, por lo que ahora se necesita un mejor acompañamiento, el cual no debe estar desprovisto de actitud veedora frente a las distintas decisiones que se tomen, que solo deben obedecer al propósito de una recuperación real.

La administración del gobernador Julián Gutiérrez viene hablando de planes estratégicos y de un “súper choque” para reanimar a la ILC. Lo que se necesita ahora es celeridad en los tratamientos que se apliquen, para volver a arrancar con fuerza a recuperar el tiempo perdido. Los planes de retiro son urgentes y las renegociaciones con los distribuidores también lo son. La Licorera debe modernizarse en todas sus áreas y ser verdaderamente competitiva en un mercado que se ha vuelto más agresivo.

Esperamos que no sean solo vanas ilusiones las promesas del nuevo gerente de que el 2014 termine con utilidades cercanas a los $4 mil millones (el año pasado las pérdidas fueron por $4 mil 83 millones), y que realmente estemos caminando hacia la salida del hueco en el que cayó la empresa. Es evidente que contamos con unos productos de prestigio y bien posicionados en el mercado, por lo que un plan coherente de comercialización puede lograr excelentes resultados, y será de inmenso beneficio para todos los caldenses.