Quienes hoy rondan los 30 años, como mínimo, y también los de más edad, recordarán seguramente esa época en que todo el mundo se levantaba aún en penumbras, para comenzar la rutina diaria de preparación para salir a trabajar o estudiar, debido al adelanto de 60 minutos en la hora oficial de Colombia, decretada por el entonces presidente César Gaviria Trujillo. La medida tenía el fin de hacerle frente al racionamiento energético al que nos vimos obligados, como producto del fenómeno de El Niño que afectó al país y que secó los embalses de las hidroeléctricas, haciendo que además se dieran racionamientos programados de energía en todo Colombia.
A ese episodio de la historia nacional, entre los años 1991 y 1992 se le llamó el “apagón”, debido a esa aciaga situación, que afectó gravemente el desempeño de las industrias, el comercio y la vida de la sociedad colombiana, en general. Los que hicieron su agosto fueron los vendedores de plantas eléctricas que mucha gente tuvo que comprar para poder continuar con las labores diarias sin mayores contratiempos. Hoy se cierne sobre el país el gran riesgo de que pueda surgir una situación similar, debido a los efectos del fenómeno de El Niño y los daños que se han producido en centrales como la de Guatapé y en Termoflores.
De tener hace unos pocos días la capacidad de los embalses en un 45% pasamos a que estemos en el límite del 30% de posibilidades de generación, lo que evidencia la fragilidad de nuestro parque energético, situación por la cual ya el Gobierno Nacional se vio en la necesidad de acudir a la compra de energía al vecino país del Ecuador. También se analizan otras medidas que podrían ayudar a paliar una posible emergencia, como la propuesta de la Federación Colombiana de Departamentos de revivir el adelanto de la hora o de establecer cobros diferenciales en las tarifas, de acuerdo a que el consumo se dé en horas pico o en horas valle.
La empresa XM, filial de ISA, y la cual maneja el mercado energético en el país, considera que aún hay margen de maniobra para evitar un racionamiento de energía. Confiada en eso, la Asociación de Generadores de Energía está convencida de que si hay un esfuerzo de todos los colombianos para ahorrar el 5% del consumo habitual no será necesario llegar a los extremos de los cortes programados. Igual de confiado se ha visto al ministro de Minas y Energía, Tomás González, quien ha dicho que hasta ahora no se ve la necesidad de tomar medidas que puedan significar algún tipo de apagón, así sea mínimo.
Lo que debemos hacer ahora es concientizarnos de la importancia de asumir conductas reales de ahorro, para no tener que caer en la urgencia de los racionamientos. Una opción para incentivar este comportamiento podría ser la de premiar con tarifas más bajas a aquellos usuarios que ahorren en su consumo, aunque lo más necesario es que se lance una bien pensada estrategia mediática que persuada a la gente de hacer un uso más racional de la energía. Se hace necesario tener una campaña bien estructurada que llegue a todos los hogares, a través de los distintos medios y plataformas, para que se obtenga la respuesta esperada.
Finalmente, hay que reclamar claridad al Gobierno acerca de los recursos que hemos pagado los colombianos por concepto del cargo por confiabilidad, que se cobra en las facturas, del cual se calcula que se han reunido, por lo menos, $14 billones con destino a darle estabilidad suficiente al sistema, de tal manera que en coyunturas como la actual todas las inversiones que sean necesarias no afecten a los usuarios ni con cortes ni con alza de tarifas. El país pide respuestas claras y rápidas sobre este asunto.
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