NEGOCIOS | MANIZALES
La pregunta se la plantean docentes, sindicatos, gremios y analistas económicos, pues aunque por períodos la desocupación cede, después vuelve a subir con tasas similares a años anteriores.
Analistas reconocen que el problema se debe a que cada vez hay mayor presión en el mercado laboral, pero adicionalmente a la falta de una política clara y concreta de empleo que permita enfrentar este problema.
La queja de algunos sindicatos es que no se le ha apostado a grandes proyectos de infraestructura, aunque ya hay más avance con obras de cuarta generación, caso Pacífico III. También lamentan que la región haya entrado en un proceso desindustrialización, pues muchas compañías cerraron o disminuyeron su mano de obra.
Expertos señalan que los centros de contacto se convirtieron en un buen generador de empleo e incluso se habla de que se convirtió en el primer empleo para los jóvenes, pero otros consideran que ya no se puede tener como el sector estrella, más cuando la competencia de centros de contacto también creció en el resto del país.
La propuesta apunta a sectores de alta competitividad, caso en TIC, agroindustria y metalmecánica, entre otros.
Cuestionan que en una economía sana los indicadores deberían estar en tasas entre el 4% y el 5%, pese a lo cual en los mejores casos se logran tasas entre el 9,5% y el 9,8%.
Adriana Gil Bohórquez, coordinadora de la Agencia Pública de Empleo del Sena, asegura que parte del trabajo de la entidad apunta a cerrar la brecha entre la demanda que requieren las empresas y la mano de obra existente. A pesar de ello, hay vacantes que se quedan sin cubrir porque la gente no tiene los niveles de calificación, lo que genera el desempleo estructural.
La Central Unitaria de Trabajadores (CUT) desconfió de las cifras que presentó el DANE, pues según el informe se miden como empleados a muchas personas que solo están laborando durante un corto lapso, sin contar los subempleados o personas que no cuentan con todas las garantías laborales.
Hay una transformación en la economía, pasando de una de manufacturas hacia una de servicios. Eso ha llevado a que desaparezcan unos empleos y se generen nuevas fuentes, por eso lo que se necesita es acceder a esa economía del conocimiento y dejar la dependencia de actividades de extracción como el petróleo, el oro y el café. Otra necesidad es lograr una mayor coherencia entre la formación que hoy se genera y la demanda del mercado laboral.
A excepción de los empleos en los call center y los centros comerciales, no hay fuentes reales de empleo. Se suman los problemas de los cafeteros y demás sectores agroindustriales, que trabajan a pérdida afectados también por la continua importación de alimentos, situaciones que ponen en riesgo la garantía de compra de lo que se produce en el país. Estos aspectos han generado más pobreza y migración del campo a la ciudad.
Manizales hoy reporta una tasa superior incluso al promedio de las 13 ciudades principales de Colombia y esto obedece a que el crecimiento de la Población Económicamente Activa (PEA) es mayor que la capacidad de las empresas para generar nuevas fuentes de trabajo. Eso hay que resolverlo estructuralmente enfocándose en las políticas públicas hacia una mejor dinámica de los sectores productivos más intensivos en mano de obra y desarrollo tecnológico.
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