Osvaldo Hernández
LA PATRIA | Manizales
Mauricio Casierra está tatuado en la historia del Once Caldas. Fue campeón de la Liga del 2003 y campeón de la Copa Libertadores del 2004, además, hizo gol en la final de la Recopa Suramericana ante Boca Juniors, de Argentina, en la mítica Bombonera.
Hoy viste los colores del Deportivo Pereira, después de haber pasado por Once Caldas, Deportivo Cali, Millonarios y Deportivo Pasto; Estudiantes, Belgrano, Sarmiento de Junín y San Martín, los últimos de Argentina.
Casierra integró el seleccionado colombiano Sub-20 que jugó el Mundial de Holanda en el 2005. 15 días antes, tanto él como varios de sus compañeros, vivieron una experiencia que no olvida y que le quedó como una lección de vida.
"Nos fuimos a Corea para participar en un cuadrangular amistoso; era lo último que hacíamos antes del Mundial. Ese fogueo lo hicimos con Marruecos, Corea y Australia", cuenta el lateral izquierdo nacido en suelo pastuso.
"Nos hospedamos en un hotel que en el primer piso era un centro comercial. Había oficinas y locales comerciales. Todo era muy bonito. Y vimos una particularidad: al mediodía, todo el mundo salía a almorzar y dejaban todo abierto, una cultura increíble", relata Casierra.
Un día almorzaron y bajaron a caminar: "Y Libis Arenas, nuestro portero, se percató que las oficinas estaban abiertas, entró a una de ellas, cogió el teléfono, llamó a Colombia como si nada. Y así empezó el ejercicio diario".
Casierra cuenta que Libis les contó a los más amigos: "Se volvió una rutina, cada que finalizábamos el almuerzo, en vez de subir a las habitaciones, íbamos al primer piso y entrábamos al telecomcito, así lo pusimos".
Esa Selección la integraron jugadores como Camilo Zúñiga, Freddy Guarín, Cristian Zapata, Hárrison Morales, Edwin Valencia, Hugo Rodallega, Wason Rentería, Dayro Moreno y Radamel Falcao García, entre otros.
"Nos turnabamos para entrar y llamar. Para que nos nos vieran, el que entraba se metiía debajo del escritorio y los demás, afuera, servíamos de campaneros por si alguien llegaba. Tratábamos de no demorarnos para que todos llamaran".
Un día el profesor Rodrigo Larrahondo, preparador físico, empezó a sospechar algo. Veía cómo salían del almuerzo y ligero bajábamos a la calle: "Pero le dijimos que no pasaba nada, que era algo normal, solo salir a la calle".
Hasta que los pillaron: "Como ya íbamos a finalizar el torneo y nos tenían en la mira, dijimos que no más. Pero Libis Arenas la embarró, bajó a llamar y no se dio cuenta que Larrahondo y Eduardo Lara iban detrás de él. Lo cogieron, lo apretaron, lo amenazaron con sacarlo del equipo para el Mundial si no decía quiénes más habían hecho eso".
Libis nos delató a los demás: "A uno por uno y nos tocó pagar 100 dólares de multa, dinero con el que después, en Francia, comíamos pizza y gaseosa todos los días".
Casierra dice que más allá de la vivencia, aprendió de esa cultura tan respetuosa y desarrollada como la de Corea. Colombia llegó a octavos de final del Mundial.
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