El equipo holandés fue un aspirante menor, que venía con la vitola de subcampeón del mundo y que evidenció ser un equipo muy limitado y, cuando tuvo sus opciones, negado por completo ante la meta rival.
En los instantes finales del choque, los holandeses reclamaron penalti en una mano de Jacobsen, pero el árbitro se desentendió, como así hizo en innumerables entradas que podrían haber acabado con cartulinas.
Holanda tomó rápidamente el control del partido, pero se encontró un rival rocoso que le hizo probar la propia medicina que suministró a España en la final del pasado mundial; una agresividad al límite. Ante este perfil, a los holandeses les costó llegar con el balón claro a la frontal del área danesa.
Los últimos cartuchos los puso Holanda en el minuto 71 con la entrada de Van der Vaart y Huntelaar, y en el 85 de Kuyt, pero sólo una acción del ariete en el 75, cuanto Huntelaar realizó un buen control y un acertado disparo que despejó Anderson, inquietaron a Dinamarca.
Los hinchas holandeses lloran la derrota.
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