El volante argentino que corrió más que en el Palogrande, detrás de un ladrón

Osvaldo Hernández

LA PATRIA I Manizales

La carrera más veloz del argentino Claudio Darío Casares en Manizales no fue en el estadio Palogrande. La "pegó" por la Carrera 23, detrás de un pillo que se le llevó el reloj.

Casares, apodado "El Papi", jugó con el Cristal Caldas (Once Caldas) entre 1978 y 1980. Fue dirigido en Manizales por Eduardo Luján Manera, Felipe Ribaudo, Carlos Antonieta y Efraín "Caimán" Sánchez. En 1981 se fue al Independiente Medellín, donde jugó un año y a la temporada siguiente pasó al América de Cali, equipo con el que fue campeón.

Como Gabriel Ochoa Uribe no lo tuvo más en cuenta en el onceno escarlata por la llegada de los peruanos César Cueto y Guillermo Larosa, y tampoco se le dio vinculación al Atlético Bucaramanga, se fue a Sudáfrica.

Estando en Manizales, Casares salió a comer algo con Rosa Ester, su esposa. Después de la cena se fueron caminando hacia el apartamento donde vivían. Se puso a llover y la pareja argentina continuó caminando. Claudio Darío abrió su paraguas para protegerse.

"El Papi" estiró la mano para poner la sombrilla sobre su esposa y apareció un dueño de lo ajeno y le arrancó el reloj.

"El susto fue grande, pero corrí detrás de él y lo alcancé al voltear la esquina. Cuando le llegué, sacó una navaja y me miraba. En ese instante arribó mi esposa con la sombrilla y me la pasó. El muchacho, creo yo, se asustó, me devolvió el reloj y echó a correr; yo medía 1,90 metros (risas)".

Casares, hoy con 68 años, dice que vivía en un apartamento entre las carreras 22 y 23: "Nunca había visto algo así. Cuando llegaba por la 23, bajaba como tres pisos, y cuando entraba por la 22, subía tres, era muy gracioso. Allí vivió Alberto Tardivo".

Claudio Darío y Rosa Ester son padres de María Fernanda, que casi nace en Manizales, y María Belén, y son abuelos de Santino y Roco.

En Argentina, Claudio Darío jugó con Boca Juniors, Atlanta, Chacarita Junior y Racing.