Osvaldo Hernández
LA PATRIA I Manizales
El lunes 13 de julio de 1998 está en la historia de Julián Alberto Giraldo Llano. Él era el gerente deportivo del Once Caldas que ese día llegó a Sao Paulo (Brasil). Iba para Santos, donde dos días después jugó la Copa Conmebol, partido que perdió 2-1.
Como gerente deportivo, Julián hacía todos los trámites. Por eso cargaba un maletín con los pasaportes, los tiquetes y los viáticos de técnicos, directivos y jugadores (40 personas). Habitualmente, el gerente deportivo de adelantaba a todo para que el equipo no perdiera tiempo innecesario.
El grupo llegó la madrugada del lunes al aeropuerto Internacional de São Paulo-Guarulhos, de Sao Paulo e hizo inmigración. Todos salieron y abordaron el bus que los llevó a Santos.
En medio de las carreras, Julián Alberto dejó el maletín a un lado del control de inmigración y caminó hacia el carro. Por fortuna, Carlos Eduardo Ríos, en aquella ocasión narrador de Caracol, se percató de lo que sucedió y le echó mano a la maleta.
Antes de que el transporte iniciara su viaje, Giraldo Llano se dio cuenta que le faltaban el maletín y corrió en medio del desespero en su busca: "Qué susto...salí corriendo hacia inmigración y ya no estaba", cuenta hoy jocosamente Julián Alberto.
Por un momento, el gerente deportivo del Club pensó que el mundo se le venía encima sin la maleta. Hasta que apareció Carlos Eduardo Ríos, "disfrazado" de angelito y le salvó la "vida".
"En ese maletín cargamos todos, si se hubiese perdido, había sido fatal porque ahí iba toda la documentación del Club", explica hoy Julián Alberto, quien laboró 8 años con el Once Caldas y ahora es un alto ejecutivo de la Chec.
Después del susto llegó el gusto. En el viaje de Sao Paulo a Santos el chiste fue el maletín que el gerente deportivo dejó en el aeropuerto y que casi los deja sin la comida.
En esa Copa Conmebol, en su debut internacional, el Once Caldas perdió 2-1 en Santos y ganó en Manizales por igual marcador, pero perdió en la definición desde el punto penal.
"Pagué la novatada, no sabía cómo era eso y me tocó aprender a los trancazos", dijo finalmente el hombre de 56 años, casado con Ana María y el padre de Jacobo y Pamela.
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