Osvaldo Hernández
LA PATRIA | Manizales
La madrugada del 7 de junio de 2004, el Once Caldas se instaló en Sao Paulo (Brasil) para su partido de ida por las semifinales de la Copa Libertadores de América. Tres días después, el Blanco silenció a 72 mil personas en el estadio Morumbí, donde empató 0-0 y dio un paso hacia la final de la Copa que luego se la ganó a Boca Juniors, de Argentina.
Juan Carlos Ángel, el preparador físico del equipo, no olvida al potrero donde los mandaron a entrenar el segundo día.
"Todo fue curioso y raro. El primer día fuimos a entrenar a la sede de Palmeiras, que estaba muy cerquita de la de Sao Paulo. Me acuerdo que Juan Carlos Henao se paraba en la malla y les gritaba..."¡Vengan y jugamos ya!". Lo cierto del caso fue ese entrenamiento fue perfecto por la cercanía con el hotel y la calidad de las canchas", cuenta Ángel, paisa que hoy labora en Ecuador al lado de Santiago "Sachi" Escobar en la Universidad Católica.
"Al otro día el bus nos recogió y nos llevó a otro campo. Todo fue una tortura, dos horas de ida, dos horas de venida, por la distancia y los trancones y en un potrero. Nos comieron los mosquitos. Apenas pudimos entrenar en un costado de la cancha unos 20 minutos, el profe les habló un momentico y de nuevo al bus para volver al hotel".
La delegación no ocultó su malestar ante los medios, pero estos confundieron el hecho: "Nos dio mucha putería con lo que sucedió y lo expresamos así, pero los periodistas, cuando llegamos al hotel, estaban transmitiendo imágenes, diciendo que nosotros teníamos problemas internos; no tenían idea de lo que había pasado".
Cuando Luis Fernando Montoya vio cómo estaba de enojado Juan Carlos Ángel, lo abrazó y le dijo que no le transmitieran esa imagen a los jugadores. Igual posición adoptó Jairo Quintero cuando vio lo que estaba sucediendo.
Un día después, en el partido, el Once sacó un empate del tamaño del mismo estadio y volvió a Manizales con la ilusión de ganar y así lo hizo. El Blanco dañó la fiesta que habían montado en el Morumbí, donde una bandera de Japón, sede de la Copa Intercontinental de Clubes hasta el 2004, advirtió el triunfalismo que reinaba entre los aficionados paulistas.
Por todo lo anterior, Juan Carlos Ángel guarda como recuerdo eso que les pasó en Sao Paulo, donde al campeón lo mandaron a entrenar a un potrero. Habitualmente, el equipo local le ayuda al visitante con transporte y campos de entrenamiento.
Con el Once jugaron esa noche, Juan Carlos Henao, Édgar Cataño, Samuel Vanegas, Edwin García, Miguel Rojas, Jhon Viáfara, Rubén Velásquez, Diego Arango, Elkin Soto, Herly Alcázar y Arnulfo Valentierra. También actuaron Wílmer Ortegón y Jefrey Díaz.
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