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La lucha intensa que el escritor y columnista Óscar Collazos tenía contra la esclerosis lateral amiotrófica (ELA) llegó a su fin ayer a las 2:45 de la mañana en la Fundación Cardio Infantil en Bogotá.
Su fallecimiento fue tranquilo, rodeado de sus familiares. Su último suspiro fue en brazos de su hija y su esposa.
Se supo también que su cuerpo será cremado y sus cenizas podrían ser llevadas a Bahia Solano, Chocó, de donde era oriundo.
Desde agosto del año pasado se enteró de la enfermedad que padecía e hizo una búsqueda insaciable sobre lo que le esperaba y cómo debía enfrentarlo. Se estaba preparando para lo que venía, por eso mismo se trasladó a Bogotá para tratar su padecimiento.
Collazos asumió con valentía y gallardía esa etapa de su vida. Siguió escribiendo dos columnas diarias, informándose de lo que ocurría en Colombia y el mundo. Siguió de lleno en el mundo de las letras, del que nunca se desprendió.
Los manizaleños tuvieron la oportunidad de escucharlo y conversar con él durante su participación en el espacio de la Universidad de Caldas llamado A la hora del tinto, un programa que busca acercar los ciudadanos con los temas académicos y culturales. Collazos disfrutó el 25 de abril del año pasado de un tinto en Juan Valdez y habló sobre política y conflicto, también atendió a LA PATRIA (ver entrevista).
Los aportes de Collazos con su escritura son de un valor invaluable, plasmaba las realidades sociales, problemáticas como el desplazamiento y la vida marginal.
Trayectoria
En 1964 Collazos fue asesor del Teatro Estudio de Cali. En 1966 apareció el primero de sus cinco libros de cuentos. En 1969, siendo director del Centro de Investigaciones Literarias de Casa de las Américas, en Cuba, adelantó un debate escrito con Julio Cortázar y Mario Vargas Llosa sobre la relación entre escritura y compromiso político. Desde entonces inició una larga estadía en Europa, dedicado a la novela, el ensayo y el periodismo. En 1989 regresó a Colombia y se estableció en Cartagena.
En los escritos de Collazos se destaca su coherencia e inflexibilidad frente a la corrupción y los temas como la libertad y la democracia. Algunas de sus obras más destacadas son Rencor (2006), su reportaje periodístico Cartagena en la olla podrida (2001), Desplazados del futuro (2003), sus novelas Señor sombra (2009), En la laguna más profunda (2011) y Tierra quemada (2013).
Rafael Vergara, amigo del escritor señaló: "se nos fue Óscar, la vida, su inteligencia, coherencia y entereza. Su inagotable amor al prójimo, la enseñanza y las letras. Cuando se le dio por muerto sabíamos que había llegado el fin, pero Óscar sacó toda la energía de reserva para salir del túnel que lo succionaba en la fría UCI y regresar al seno de las mujeres que lo acompañaron hasta el último minuto: Laya, su hija; Jimena, su mujer, y partir cobijado de amor, el sentimiento que siempre activó sus pasos en la tierra. Nos queda su obra literaria, sus palabras grabadas, sus ensayos y columnas, su ejemplo demócrata inclaudicable y sobre todo su incondicional amistad”.
Lo dieron por muerto
El pasado 12 de mayo, el escritor respondió con humor, luego de que se le diera por muerto en las redes sociales y en diversos medios de comunicación.
“Hoy estuve en una unidad de chismes intensivos”, escribió Collazos en Twitter.
El equívoco encadenado surgió cuando el diario El Tiempo se apresuró a dar por muerto al periodista escritor, quien permanecía en cuidados intensivos.
La nota del periódico atribuye la noticia al periodista Juan Gossaín, quien hasta el momento no había respondido a la supuesta declaración que ha generado una serie de mensajes polarizados en diversos sectores de la opinión pública.
“Juan Gossaín decidió matarme antes de hora. Esas son las fuentes que embriagan”, “No hay nadie más peligroso que un periodista sin micrófono… A Juan Gossaín le hizo daño Macondo”, publicó en la red social.
Lúcido, con una sonrisa en los labios y levantando un brazo, Collazos tuvo una mejoría inusitada al atardecer y salió de Cuidados Intensivos. Junto a su esposa Ximena Rojas, el escritor esperaba la llegada desde España, de su hija Laya, quien finalmente lo acompañó en su último suspiro.
5 datos de Óscar
1. Era columnista de El Tiempo y El Universal de Cartagena.
2. Sus textos han sido traducidos al alemán, al francés, al italiano y al danés.
3. En la década del 70 partió hacia Europa. En esos momentos ya era un escritor progresista. Se encontró con la realidad de muchos latinoamericanos que escapaban de las dictaduras de Suramérica.
4. Regresó a Colombia en 1990. En ese entonces dijo observar que muchos de los valores y estructuras que los ciudadanos colombianos poseían, se habían perdido. Habló de la "criminalización" de la sociedad, apelativo con el que se refirió a las consecuencias del narcotráfico y a la oleada de corrupción y violencia de los años ochenta.
5. El Ministerio de Cultura publicó hace cinco años una antología de sus mejores cuentos.
Recomendaba de su repertorio
* Para leer la sociedad actual: El señor siembra, La modelo asesinada y Tierra quemada.
* Para niños y adolescentes: La ballena varada.
A la hora del tinto con Collazos
- ¿Cómo ve a Manizales?
Ya es una ciudad y me llama la atención que es ordenada y limpia. La gente la cuida y eso es muy difícil de encontrar en otras partes de Colombia. Cartagena, por ejemplo, es un despelote. La llamo la ciudad verdolaga, que crece y se extiende a su antojo.
- Sus primeros cuentos se desarrollan en el contexto social de la época de Buenaventura y del pacífico. Si hoy se leen esos escritos, la atmósfera parece la misma. ¿No llegó el siglo XXI?
A esas regiones no les tocó el desarrollo, la distribución de las riquezas, los avances económicos. Hace 50 años podía adivinarse qué iba a ser de Buenaventura. Por un lado estaba un puerto muy rico, por donde sale la gran parte de la mercancía que exporta Colombia, y por otro, una ciudad separada de ese apogeo. Se podía ver que esa desigualdad iba a aumentar, que iba a generar que el narcotráfico y la criminalidad iban a ser los mayores empleadores. Eso pasa en toda la franja del pacífico, desde Nariño hasta Chocó. El estado nunca hizo ni hace presencia. El narcotráfico es el colono del siglo XXI.
- Es de la generación posterior a Gabriel García Márquez, ¿se sintió apabullado por este escritor?
No. Hubiese sido un error sentirse así, porque a partir de cierto momento había que considerar a Gabo como un escritor excepcional. De esos que se dan solo cada cierto tiempo, de siglo en siglo. Uno no se esconde cuando sale el sol, uno sale a calentarse con él. Circuló durante mucho tiempo esta versión, pero siempre me pareció descabellada.
- Sobre periodismo, ¿a quién admira?
Admiro por la manera como escribe, investiga y su valor civil a Daniel Coronel. Convirtió su columna en una unidad investigativa. También leo y me fascina, aunque a veces no esté de acuerdo, a Antonio Caballero. Me gusta Alberto Salcedo Ramos, escribe crónicas, ese género tan difícil, pero cercano a la literatura. Es muy bueno, es un maestro de jóvenes, siendo él joven.
- ¿Lo bueno y lo malo del periodismo?
Es un espacio en el que digo las cosas que no puedo decir en la literatura. Lo malo, es que se ha dejado arrastrar por el vértigo de la información, de la chiva, de lo frívolo. Al volverse tan competitivo, sobre todo el impreso, se ha superficializado, muchas veces, sus contenidos. Me parece inconcebible y, se lo digo a mis amigos editores, que la sección de espectáculos esté al lado de la de cultura y que la llamen cultura y entretenimiento. La cultura se mueve en una dimensión más modesta. No deberían confundirse, deberían ir separadas. Es una pelea perdida.
- Sobre su narrativa, ¿cómo lograr esa facilidad descriptiva?
Uno no se da cuenta cuando adquiere las buenas costumbres. De repente, llegó. Tengo un gran sentido de la observación y el detalle es supremamente importante. Entonces se desarrolla una curiosidad instintiva por llegar a un sitio y en una primera mirada saber que hay muchas lámparas, solo una o que el sitio es espantoso.
- ¿Al periodismo cotidiano no le hacen falta esos detalles, esos protagonistas?
Probablemente, pero el periodista no tiene tiempo. Aunque debería procurar por no solo contar el hecho, también hablar con las víctimas y que ellos cuenten su historia. En mi caso nunca hice periodismo diario, no trabajé en una redacción, empecé haciendo crónicas y hace 20 años periodismo de opinión. Me perdí esa experiencia.
- En su rol de maestro, ¿cómo ve a los estudiantes?
A los jóvenes les falta más preparación, más disciplina, hay un déficit enorme en la escritura. Es una epidemia. Se está perdiendo la capacidad de comunicarse por escrito. Se redujo el habla, el lenguaje. Mucha gente dice que es quizá por la existencia de muchos aparatos, probablemente es eso, pero hemos delegado la función de comunicarnos a una máquina. Hasta ya se hace el amor de manera virtual.
*Esta entrevista fue publicada el 4 de mayo del 2014 en LA PATRIA. La realizó la periodista Isabel Vallejo.
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