Reseña
Fernando-Alonso Ramírez
En Twitter: @fernalonso
Carolina Andújar no resistió la tentación de dar el salto de vampiros a licántropos, tan de moda por este tiempo, pero, para mi gusto, salió herida en el intento con Pie de Bruja.
De la intrigante Vampyr, en la que tuvo la fuerza para rescatar al vampiro que conocimos todos con Bram Stoker, lleno de maldad y representado en el cine desde el Nosferatus, salta ahora a una versión edulcorada del hombre lobo, también descendiente directo de Vlad Stepes, más conocido como Vlad el empalador.
Vuelve la escena de la mujer rebelde que supera las costumbres arraigadas de la época en que se desenvuelve la novela, en un escenario geográfico clave para ese tiempo, pues era plena transformación de Europa (siglo XIX) en países que buscaban construir su identidad y que después de las dos grandes guerras quedaron muy ajenos a lo que alcanzaron a construir antes.
Hablaba con Octavio Escobar, el escritor manizaleño, cuando vio el libro y preguntó sobre él. Le conté y él anotó lo valioso para la literatura colombiana que haya gente escribiendo de todo, jóvenes como Carolina Andújar, que se atreven a tocar temas tan ajenos a nosotros, lejos de ese atavismo juzgón que despreciaba a los latinoamericanos que no hacían realismo mágico o denuncia social. Bienvenidas las nuevas apuestas.
En este caso la prueba está superada, una novela entretenida, que recrea esas tierras lejanas, con personajes definidos en sus características, algunos muy en blanco y negro para mi gusto, y un poco predecible, pero definitivamente logra mantener la atención de los lectores que gustamos de estos temas.
Un jalón de orejas tenaz a la intolerancia, a la doble moral puritana, tan parecida a nosotros, y a la falta de inclusión a los diferentes. En ese caso al que tiene el pie de bruja, en los nuestros a quienes no visten, no actúan como la mayoría o padecen alguna discapacidad.
No obstante, es ese tipo de novela en la que se esfuerzan por alargar, y le hace perder misterio. Un centenar de páginas menos le habría venido muy bien y se habría ahorrado el exceso de lugares comunes o la misma predecibilidad de la que ya hablé.
Al final, una característica que lamenté para esa heroína de la novela. Al peor estilo de Supermán II, la película de 1980 no la de ahora, en la que aparece el héroe como vengador, usando sus superpoderes -sus trucos de bruja-, con una mortal de la que pretende desquitarse, pero también entiendo que es el derecho de la autora a darle ese gusto a la protagonista, Ava, esa pecosa sexy, que intimida a la hermosa y bien puestecita Wilhelma.
Esos muchachos que gustan tanto de las novelas de vampiros y licántropos "abstemios de sangre", bien pueden meterle colmillo a los libros de esta autora nacional que relata en tal forma, que ya me imagino las películas que vendrán con estas tramas. Al leerla pasó ante mis ojos como en el cine, un reto para Caliwood, de donde es la autora.
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