Foto|Fredy Arango|LA PATRIA
Fabián Sanabria antes de su exposición en el auditorio de la Universidad Nacional, sede Manizales.
Fernando-Alonso Ramírez
LA PATRIA | Manizales
Fabián Sanabria es ante todo un pensador. Pasa de escribir ensayos sobre las apariciones de la Virgen a novelas sobre la vida universitaria, por eso, dice, ya no sabe qué es ficción y qué no. Los fenómenos culturales de creencias los asume en perspectiva de la realidad latinoamericana.
Es un docto en diferentes temas y por eso la Universidad Nacional de Colombia, sede Manizales, lo invitó a presidir el encuentro académico principal para la celebración de sus 65 años, que se realizó el pasado viernes. LA PATRIA habló con él.
Apariciones
¿Ya se le apareció la Virgen?
Hace tiempo que estuve haciendo una tesis de doctorado sobre las apariciones de la Virgen en América Latina. Ahora le estoy siguiendo el rastro al Divino Niño.
Que tiene mucho más que ver con la cultura de Bogotá.
Sí, sobre todo porque hay muchos divinos niños que por ahí circulan a diestra y siniestra en Colombia.
Y con una influencia grande en los políticos.
Claro, porque ellos se dan un bañito de popularidad y generalmente lo hacen alrededor del Divino Niño.
A la sede Manizales de la Universidad Nacional le dicen en otras sedes la pontificia. ¿Usted la ve así?
No solamente a la de Manizales, yo llamo la Pontificia Universidad Nacional de Colombia a toda. Mi último libro, ¿Profesor?, es una novela sobre el quehacer docente y universitario. La llamo así porque debemos dejar de pontificar sobre lo bueno, lo bello, lo recto y lo justo, y más bien transferir conocimiento y saber que lo que uno hace en el mejor de los casos desde la universidad es introducir buenas preguntas, buenos principios de incertidumbre.
¿Por qué dar ese paso a la novela, si podría pensarse que el fuerte en académicos como usted es el ensayo?
Escribí varios libros científicos y artículos, me concentré en estudios sobre antropología y sociología de las creencias, ese es mi campo de trabajo, pero desde las apariciones de la Virgen, hasta las redes sociales, el mundo virtual, de internet, de la política, de la moda, del deporte me llamó mucho la atención pensar las ficciones en el mundo contemporáneo. Me di cuenta de que para poder hablar de ficción tenía que escribir ficción, y me quiero dedicar los siguientes años a ella. Virginia Wolf decía: "Donde la verdad es importante, prefiero escribir ficción", la prefiero porque hay cosas que se juegan ahí. La ficción es muy rigurosa. Uno tiene que calcular cuántos escalones hay, cómo se levantaba el personaje, cómo estaba vestido, si el nudo de la corbata estaba bien anudado o no. Es una filigrana increíble inventar, y yo quiero seguir inventándome historias, claro que en primera persona y a partir de lo que vivo, porque llegué a un punto en donde no sé la diferencia entre la realidad y la ficción.
En la educación
Su reflexión sobre la importancia de la laicicidad en la educación en Colombia da cuenta de que aún pesa mucho la Iglesia, el clero. ¿Cómo va el camino a la modernidad?
Ya no hay salas pornográficas, felizmente, ahora todo es en internet y en pequeñito, pero cuando había grandes salas pornográficas en Colombia yo decía que el Viernes Santo que no se cambiara la Cabalgata anal por el Mártir del Calvario este país sería moderno moralmente hablando. Desafortunadamente eso no llegó porque la mayoría de las salas pornográficas se convirtieron en oración fuerte al Espíritu Santo, entonces ahora se derraman otros dones del espíritu (...). Habría que construir un discurso de la cultura, donde ya no pidamos un amo, un gamonal que le pega a la mujer y obliga a que el hijo se case. No hemos pasado como sociedad de una moral gamonal a una ética civil. Para lograrlo tenemos que construir sociedad civil y me temo que faltan generaciones para eso. A mí me aterra que el modelo del padre, el modelo del líder es la mano dura, que en Colombia haya más interés en la guerra que en la paz.
¿Y el papel de la universidad en esa construcción?
Obviamente el papel de la Universidad en esta coyuntura es fundamental. La universidad no puede quedar al margen del postconflicto, no puede romper su cadena de investigación, invención e innovación. Una universidad donde no se produce arte, donde solo se produce ciencia, es incompleta; una universidad que no está en relación con la empresa, que no innova, también es incompleta. Esa cadena, más que productiva, es de producción cultural, no es de una producción burda, porque no son los tiempos de la empresa, son los tiempos de la investigación, de la invención y de la innovación y la universidad está un poquito corta. Una universidad que no es capaz de producir códigos culturales de civilidad, que no es capaz de producir una política de civilización está mandada a recoger.
El proceso de paz
Viene trabajando sobre el terrorismo y los procesos de paz, ¿cómo analiza lo que está pasando en La Habana?
De todas maneras la confidencialidad del proceso no se puede romper. Es muy importante.
¿O sea que usted no está de acuerdo con las declaraciones de Timochenko?
No, eso es pura retórica, porque él también le habla a su tropa, así como De la Calle le habla a su público. No hay que ponerle atención a lo que ocurra por fuera de la mesa, solo importa lo que ocurra en la mesa y se va a firmar y luego los colombianos lo van a ratificar o no. Lo demás es ruido, que es puro chicaneo. Hay que recibirlo como chistes, como cuando alguien se vuelve bravucón, pasa la bravuconada y los acuerdos, con una agenda concreta, tienen que seguir su curso. En el momento en que se levanten de la mesa, se revele la confidencialidad, se pierde el proceso, se pierde esta metodología que es de las pocas que quedan, porque no se puede dar al traste con algo tan importante. Yo sí admiro algo del presidente Santos, es un riesgo feroz el que ha corrido, porque la vía fácil es decir: son terroristas, sigamos con la guerra, y ahí ganan todos.
¿Cómo?
Habría que hacer estudios de cuánto vale la seguridad en Colombia, no solamente de las Fuerzas Armadas, no, la seguridad privada. Cuando tengamos estadísticas concretas, de cuánto cuesta un celador, un guardaespaldas, las Fuerzas Armadas, pues cómo no podemos reinvertir todo eso en educación, en cultura, en salud, en otros rubros francamente precarios en el país. Los defensores de esa seguridad no van a estar contentos y van a ser los primeros en decir que son unos terroristas y hay que acabarlos, y los terroristas a su vez no ayudan, porque también chupan de la teta pública. El problema que veo es que hay un punto en que casi que la extrema derecha y la extrema izquierda es como si se llamaran por teléfono, eso me aterra.
Las Farc no gozan de mucha popularidad, si esto se va a referendo lo más seguro es que van a salir apaleados. ¿Usted qué cree?
No creo, porque cuando se vea una voluntad política suscrita en unos acuerdos, los colombianos tienen que pasar de los intereses y de las emociones a las razones. Si después de unos acuerdos, el pueblo colombiano, debido a las campañas de los opositores que tienen más interés en la guerra, se dejan guiar de esas emociones, de esas pasiones, y de esos intereses en la guerra y no en la paz, eso mostraría que los colombianos no somos muy racionales.
Usted mismo dice que vamos a necesitar generaciones para eso. ¿No es muy difícil lograr esa racionalidad solo con la firma de un tratado y ver que estos señores entreguen las armas?
Sí, pero esos son los sapos que se tiene que tragar una sociedad para reconciliarse y para vivir un poco más tranquila. Si una sociedad no es capaz de hacer eso, es inmadura. Si los colombianos no podemos ratificar los acuerdos que se den en La Habana, con todas las de la ley, y yo creo en la seriedad del proceso, somos inmaduros, eso probaría que somos todavía niños, que somos biches, y con un agravante, somos díscolos que nos volamos de una correccional y hemos apuñaleado a varios y entonces nos drogamos. No es el adolescente, niño bien y chévere.
¿Cómo lograr, reconstruir, creer?, ¿cuál es su análisis de todo esto?
Es muy fácil: tenemos que recuperar la credibilidad y la confianza en nosotros mismos, si no, vamos a seguir viviendo en un país paranoico que se sigue inventando al otro como enemigo y esto es un país inviable.
San Agustín
El Ministerio de Cultura declaró el 2013 como el año de la cultura agustiniana y le pidió al Instituto Colombiano de Antropología e Historia (Icanh) elaborar una hoja de ruta para la conmemoración. Fabián Sanabria, su director, dijo que han desarrollado un decálogo de actividades como la reimpresión de la obra de Konrad Theodor Preuss hasta una exposición fotográfica que estará en los muros del Instituto Iberoamericano de Berlín, en las bibliotecas del Banrepública y en las escuelas de Huila.
"Hemos hecho una restauración de la casa museo del parque arqueológico, un documental de 52 minutos, ya tenemos las fotos de seguridad de toda la estatuaria, hemos hecho talleres con guías locales y artesanos en la talla en piedra volcánica", resaltó Sanabria.
La semana pasada el director del Icanh habló sobre los reparos de algunos políticos huilenses con la exposición que se hará en el Museo Nacional de Colombia de 20 figuras que serán trasladadas del Parque de San Agustín.
Insistió en que ya se ha hablado con el alcalde y con la comunidad que han entendido que uno no pone una lámpara debajo de una mesa, sino en el centro para que ilumine la casa. "Es una pequeña muestra, máxime cuando hace 19 años se hizo una exposición de esta naturaleza, fue el mismo curador, solo que en ese entonces fue el gobernador el que pagó, y sería un retroceso si no se hiciera, más cuando logramos el patrocinio de Ecopetrol"".
Agregó que esto garantiza un desarrollo del turismo cultural, sostenible y sustentable para los próximos años. "Sería una tontería no permitirlo y tener que decirles a los invitados internacionales que los huilenses no quisieron, pero si ellos no quieren, usted no se va a oponer. A veces ese mezclan intereses políticos que buscan pescar en río revuelto. Buscan pescar votos donde no los hay, y les he dicho: La cultura se respeta".
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