Las obras del paisa Jaiver Jurado no llegan con la inspiración, surgen tras una extensa reflexión y una sólida práctica. No en vano lleva 33 años en el oficio de escribir para teatro.
Hace tres décadas se echó la maleta del teatro al hombro y desde entonces viaja a través de sus personajes. Ha sido un destino interminable, para él, maravilloso.
Se formó con el Teatro Experimental La Mancha, estuvo una década en Matacandelas y lleva 17 años como director de La Oficina Central de los Sueños. También es presidente del Consejo de Cultura de Medellín, consejero Departamental de Cultura de Antioquia y presidente de Medellín en Escena, que es la sociedad que alberga a 22 teatros de esa ciudad.
La semana pasada estuvo en Manizales invitado por Actores en Escena para celebrar los 20 años del grupo local. Los asistentes a sus funciones disfrutaron de las obras Eternidad, premio de dramaturgia de Medellín que logró además una empatía con el público, y del montaje infantil La ciudad de los cómicos.
Sentado en las sala de Actores en Escena habló sereno y pausado sobre su pasión.
Su visión
- ¿Cuál es el panorama actual del teatro colombiano desde el escenario?
Es un teatro muy joven, su historia es de 60 años, muy corta a comparación de España, Inglaterra, para no ir a Oriente, donde las culturas son milenarias. Nosotros apenas nos estamos inventando. El teatro pasó del sainete al contemporáneo, pasamos por encima del naturalismo, del realismo, del político al existencial y después al posmoderno. Lo importante es que en Colombia hay una riqueza y diversidad, nuestro valor es haber construido un teatro plural.
- ¿Su visión desde lo administrativo?
A la cultura le corresponde el 3.3% del PIB, ese dinero no se está retribuyendo de manera equitativa. El Ministerio de Cultura ha planteado que tiene $40 mil millones para el sector, que es muy poco para tantas necesidades. Falta mucho camino que recorrer y muchas mentes que convencer para que la cultura sea parte de las necesidades de esta sociedad.
- En Bogotá se habla de la nueva primavera de directores, ¿qué opina?
Si en Bogotá se habla de la primavera teatral, en Medellín, Cali y Manizales estamos en la edad de hielo teatral. Eso se lo inventaron unos muchachos, pero me parece que llamarlo así es un poco petulante, habría que hablar de un proceso que se está trabajando desde el naturalismo y el realismo. Creo que hablar de primavera o de invierno teatral no deja de ser una cosa loca, sí hay unos rompimientos, el teatro de apartamento, el microteatro. Lo importante es que el público está acudiendo a la cita, eso es lo primaveral.
- Usted fue jurado este año en dramaturgia del Premio Casa de las Américas, ¿de qué se está escribiendo?
Es una cosa impresionante lo que está pasando porque de 160 obras, 80 eran de Argentina. Es un país que está produciendo un teatro de calidad con diversidad de temas. También había material de México, Venezuela, Cuba y Colombia apareció allí con cuatro obras, lamentablemente es un concurso que se desconoce en este país y es el más importante de Latinoamérica en dramaturgia. Leí ficción, muchos temas que tienen que ver con la memoria, por ejemplo, las dictaduras todavía están ahí en el inconsciente colectivo de los artistas.
Mística
- ¿Después de tres décadas qué tiene claro del teatro?
El ser místico, pero no agüevarse con eso, no enchoncharse, hay que tener una distancia frente a ese ritual, y tener un profundo respeto por la escena y el actor.
- De lo que ha visto últimamente en el país, ¿qué destaca?
Presagio, de Cali, es un grupo que dará de qué hablar en este país, muy inquietantes sus propuestas. La Candelaria, de Bogotá, que se ha convertido en un grupo con tres elencos y tres directores, con 45 años y que todos lo tenemos como referente del teatro colombiano, sumergido en una creación alocada después del retiro de Santiago García. Una camada de jóvenes como Exiliados y La Maldita Vanidad, con unas propuestas agresivas frente al público, con unos temas que lo desconciertan a uno, porque es un teatro muy sensorial. En Pasto hay un resurgimiento del teatro, fuerte, identitario, porque está hecho con todo lo que sucede en este otro país que es Nariño, y en Medellín diría que hay una gran eclosión de grupos, se están armando más o menos 100. Hace 20 años había cinco salas, ahora hay 35.
- ¿Y de Manizales?
Los profesores de teatro del grupo Inverso (Universidad de Caldas) están haciendo una puesta en escena muy tesa sobre el tema del documento, de la memoria, de lo que está pasando en esta ciudad. Actores en Escena, sus creadores y directores, Liliana y Leonardo, están cada vez más locos y han desarrollado un teatro desde conceptos muy claros, clásicos, por ejemplo, construyeron una obra nueva que van a llevar a Medellín que se llama Mi familia, es una exploración de nuevos autores, que quizá no conocemos.
- ¿El estar sumergido en una dramaturgia propia le ha pasado factura?
Eso tiene un costo y un riesgo y también una especie de señalamiento de los sectores artísticos, pero hemos logrado cautivar al público. Nos gusta Vangoh y escribimos Tríptico de Vangoh. En otro momento juntamos casi un siglo de poetas colombianos como José Asunción Silva, Porfirio Barba Jacob, León de Greiff, Gonzalo Arango y María Mercedes Carranza y los metimos en el limbo. Ha sido muy controversial en la ciudad. Los poetas charlan, hacen teatro, cantan, bailan, hablan, es un divertimento.
* Aventura de Navidad.
* El duende del circo.
* Ensayo.
* Eternidad.
* Fin de viaje.
* Regalo de Navidad.
* El laberinto de los sueños.
* Van Gogh Tríptico.
* Sueño en la luna.
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