Mario César Otálvaro
LA PATRIA | Bogotá
Lo que comenzó como un contacto para un patrocinio, en el Once Caldas lo han vuelto una posibilidad de negocio, que no es tan claro como parece, y que ofrece versiones distintas dentro de la misma institución.
Mientras que el Gerente Duván Vásquez habla de una propuesta de compra por parte de la firma Kenworth, empresa relacionada con camiones de carga, el Presidente José Manuel López dice desconocerla.
Sin embargo, algunas fuentes aseguran que a la ciudad vendrá una comisión de esa multinacional interesada en establecer condiciones para una eventual oferta.
Y van más allá al manifestar que el Once Caldas tiene 1 millón 800 mil aficionados en el país, y que se hace atractivo como inversión por su pasado limpio sin trazos de narcotráfico, y por sus resultados deportivos.
Bonito, no, aunque ese caudal de hinchas es discutible, tanto como la viabilidad de este tipo de operaciones cuando de por medio hay deudas por 22 mil millones de pesos, lo que induce a sugerir que estamos frente a otra gran fantasía.
Ojala sea cierto, y se concrete cuanto antes, siendo el primero en celebrarlo porque considero, y lo he expresado muchas veces, que el Once Caldas requiere de nuevos administradores porque con los presentes su destino es oscuro y peligroso.
Y suponiendo que se haga por los 13 mil millones de pesos que se han mencionado, qué capitalazo el que van a recibir gracias a las bondades de la ley Clopatofsky que los hizo dueños del club, pues esa suma nada tiene que ver con lo que han invertido.
Increíble. Una manera de llegar a lo que siempre buscaron de forma ligera y con mínimo esfuerzo, a costa inclusive de los anteriores accionistas de la Corporación sin ánimo de lucro que desaparecieron como por encanto.
Aún así, Dios quiera que esto tenga visos reales, y que el Once Caldas encuentre alivio a su crisis, y que a falta de empresarios de la ciudad una verdadera organización de afuera restablezca el orden y recupere su grandeza histórica.
Ya con los pies sobre la tierra, esta semana anunciarán la reestructuración económica que permitirá acuerdos de pago con los acreedores, y levantar el embargo que acecha los futuros ingresos por la venta de John Freddy Pajoy y el adelanto por televisión, cercanos a 3.500 millones de pesos.
Pero mucho ojo que la deuda con la DIAN sigue creciendo desaforadamente porque los intereses del estado son más altos que los financieros, y la gestión ha sido nula en ese sentido, lo que puede provocar una verdadera hecatombe.
En materia deportiva sigo calificando de mediocre la idea de armar un equipo extraído de las divisiones menores (otro desacierto del presidente) pues no existen, por más que ese sector resignado de la prensa que calladamente confabula con los directivos, acate, acepte y se solidarice con ella.
Que se madure hacia un mañana es distinto, pero en la actualidad no es garantía, exigiéndose un cuadro competitivo para intentar mejorar los promedios venidos a menos, y ser protagonistas en un certamen parejo por lo bajo.
Grave igualmente que se estudie reencauchar esos jugadores del pasado, sin ningún presente, que están pidiendo una segunda oportunidad. Qué pena, no es el camino, y por más dificultades que haya, es perentorio un plantel que ofrezca posibilidades.
Con relación al técnico, preferible mil veces un colombiano que conozca el medio, que un extranjero que venga a experimentar. Vale decir, Arturo Boyacá, de notable trabajo en la cantera santafereña, por encima del desconocido Ángel Guillermo Hoyos.
Basta recordar el fracaso de Rubén Darío Insúa en el Cali pese a sus antecedentes como campeón de liga con Barcelona y Quito en Ecuador, y de una Copa Suramericana con San Lorenzo. O de Cabrero en Nacional, Zambrano en Pereira o Lasarte en Millonarios.
Hasta la próxima…
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