Lumièradas
John.giraldo.herrera@gmail.com
¿Qué será lo que debe tener en cuenta un documentalista para dejar plasmada una realidad? Las respuestas son múltiples. Depende de los propósitos que se quieran causar en los otros que asisten al espectáculo de la imagen y los compromisos que se adquieran al contar. Al ver Uno del barrio, parece que miramos por medio de una cámara que se instala en los momentos oportunos para estar como en una barrera percibiendo a las personas y a esa idea de querer triunfar sobre la pobreza en la que nos podemos asomar.
Es frenética y despiadada la idea de boxear. Un deporte tan agudo como grotesco. Darse golpes y derribar a otro a punta de puñetazos es algo con lo que no tengo mucha afinidad. Ahora, resulta paradójico congraciarse con la caída para que otros se mantengan de pie. Una mujer le dice a uno de los tantos infantes que se encuentra en carrera preparatoria: "Duro David, dale duro, como le enseñó su tío Momo. Duro, que eso es de familia". Y de ahí en adelante lo que sigue, sin saberlo, como lo dice el propio director Carlos Rodríguez, fue imprevisto. Se pensaba hacer algo y terminó haciéndose otra cosa. Pues son las decisiones que se deben afrontar cuando se documenta.
Sin embargo, elegir no contar la historia de unos niños que se preparan para el combate fue oportuno. Esa idea sigue estando allí, pero se abrió paso la disputa del título mundial de boxeo de Momo, quien como muchos se enfrenta a su más cruel rival: la pobreza y el abandono. El documental tiene muchas fortalezas, está hecho a un ritmo que no da esperas, que hace que el espectador se conecte de inmediato con la historia que nos muestra la cámara, esa que entra por hendijas, en medio de intersticios, desde la reja o un borde que no es el central, así van sucediendo los hechos. Los medios alucinan con una historia de infoentretenimiento, con tintes de pornomiseria, la familia se instala en sus creencias religiosas, para que Momo salga campeón. Su padre, es irónico, anda en cuidados intensivos y no podrá vivir una experiencia como la que tendrá su hijo en México en la final.
Carlos, el documentalista, no abusa de la realidad simplemente la deja pasar y antes nos dejó ver al padre del que quizás sea campeón yendo a ese coliseo, cuyo nombre no debería ser: "Coliseo del combate". En Cali, una ciudad de tres millones de habitantes y con un barrio atestado de miseria como lo es el Distrito de Aguablanca, en el que vive el 30% de la población de esa metrópolis, sus gentes se debaten en contingencias, sobrevivir de manera que es cuna de violencia infernal. Allí un profesor aparece como un ángel, Jorge Aguirre y su idea es arrebatarle niños a la violencia, los forma en un deporte agresivo: el boxeo. Una ironía y una venia para aquellos que desean superarse. Aunque lejos está la película del documentalista Rodríguez de haber hecho algo de superación.
La película goza de impedir que estemos desconectados de lo que nos cuenta. Y como si fuera un relato íntegro no sobra ni falta nada. Queremos estar pendientes de lo que pasará, del desenlace y, cuando llega, aparece algo muy candente: esa historia es apenas una entre la de un millón de jóvenes. Igual puede llamarse como dice la mamá del Momo: "Una alegría en medio de tanta tristeza". Es una historia que hace eco cuando tuvimos a uno de los más grandes del deporte en Colombia: Kid Pambelé, su vida la saben muchos colombianos, está entre el oro y la oscuridad, como lo retrató el gran cronista Alberto Salcedo Ramos: "el llanto y los golpes, el trastorno y el encierro, la fama y la oscuridad", dice.
La historia de Momo es de gloria, por supuesto. No sabemos qué pasará con él. De hecho ya perdió el título. Saber que viene de una familia que ha sido golpeada por la violencia, como lo vemos en el documental y que Reinel el mayor era más promisorio para las lides de las manos y los golpes, pero fue asesinado por una pandilla. Y ver allá a lo lejos a David y a Jorge, el chiquillo y el entrenador, es confirmar que esos estruendosos manasos, los de la vida, son más fuertes que aquellos que se reciben en la cara. Así que lo que vemos es un compromiso con una realidad y una disposición para contar, Carlos estuvo ahí lo dejó en su cámara y lo estructuró para nosotros. Es uno del barrio.
País : Colombia
Año : 2013
Duración : 32 minutos
D irector: Carlos Rodríguez
Producido: En medio del Taller Varan
Sitio web para verlo completo: http://www.festivalpointdoc.fr/un-mec-du-quartier
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