La Sociedad de Mejoras Públicas (SMP) de Manizales llegó este mes a sus 100 años, pero parece que perdieron el impulso hace unas tres o más décadas. El editorial de LA PATRIA del 30 de junio de este año lo deja en evidencia: "Gracias a la generosidad y trabajo de quienes le dieron vida a la SMP hace una centuria hoy tenemos en Manizales una serie de obras públicas y religiosas que aún nos sorprenden por su grandeza y singularidad, como es el caso de la Catedral Basílica, en el marco de la Plaza de Bolívar (...)". O sea, desde 1939 no se han superado y eso que esta estructura todavía no se ha terminado, a no ser que algunos de los fierros retorcidos y oxidados que se alcanzan a ver en algunas de sus salientes, o las estrías de capa tras capa de concreto vaciado sean el aporte arquitectónico grecocaldense al estilo neogótico.
En 1949, y aprovechando el centenario de Manizales, se hizo un Plan Maestro para modernizarla. La ciudad en ese entonces era un villorrio con ganas de crecer y llena de sueños. Las fotos de esa época tienen esa mezcla de pueblo y urbe, con una Plaza de Bolívar arborizada y simpática. Se hicieron planes de vivienda, se levantaron el Palacio Municipal y la Plaza de Toros, y otra cantidad de proyectos que Iván Gómez Gómez lista en el prólogo del libro del centenario de esta sociedad. Ideas que se materializaron y que nos convirtieron en la envidia de muchas ciudades del país.
Pero de allá para acá, siento que la SMP está en deuda con la ciudad. Se durmieron en sus laureles y viven del recuerdo de lo que hicieron personajes como Aquilino Villegas, Alfonso Robledo, Alfonso Villegas, Fernando Arango o Liborio Gutiérrez, solo por mencionar a algunos. Su labor de curaduría, de velar por el patrimonio y el buen estado de bienes públicos, no se vio cuando tumbaron el Teatro Olimpia. Tampoco cuando ocultaron la iglesia de Los Agustinos con edificios, o permitieron construir un enorme cubo negro de plástico junto a la iglesia de La Inmaculada. ¿Lo habrán hecho para opacarlas y resaltar su Catedral sin terminar?
No tengo nada en contra de Fernando Rodríguez Muñoz, actual presidente de la SMP, pero siento que la ambición de las recientes generaciones de la sociedad parece limitada por decisiones políticas y lucha de egos. De los soñadores pasamos a los conformistas. Si una de sus tareas es colaborar "con la promoción, vigilancia y gestión de los bienes y servicios públicos", ¿dónde está la presión "de estos hijos de la ciudad" para rescatar a la 23 de los casinos, negocios de todo a mil y el desorden de los vendedores ambulantes?
Contrario a ellos, admiro al nonagenario Gustavo Robledo Isaza, que a diferencia de muchos de sus contemporáneos que se la pasan recordando cómo era Manizales, este ingeniero sigue proyectando e imaginando cómo será esta región en el futuro. A su edad sigue yendo a chupar sol sobre los terraplenes que se construyen en Palestina para el cuestionado proyecto de Aerocafé, y asiste 5 horas al Concejo Municipal para defender lo que él llama "su proyecto". Eso es para quitarse el sombrero.
Mientras que Rodríguez Muñoz, en entrevista a LA PATRIA se queja de que las nuevas generaciones ya no tienen "el compromiso de antes" y de lo fácil que la tienen con "la tecnología a su servicio, los polos de desarrollo y los tratados de Libre Comercio", hace 50 años Robledo Isaza ya hablaba del Puerto de Tribugá (como anticipando el TLC) y de Aerocafé. Entonces, ¿cuál generación sigue hablando de un templo de 1939 en vez de nuestra salida al Pacífico?
Entiendo el enojo del señor Robledo al decir que no lo escucharon cuando planteó hace tres años el cambio de eje de la pista del aeropuerto en Palestina. Entiendo su malhumor cuando no lo consultaron y "empezaron a hacer un poco de disparates" que terminaron en sobrecostos e investigaciones por mal manejo de dineros. Porque él viene de una generación donde se buscaba el bienestar colectivo por encima del particular (cosa que acentuaron nuestros políticos de la coalición). Donde todos ganan si jalan para el mismo lado. Y donde todo estaba por hacer.
La Sociedad de Mejoras Públicas de los últimos años se durmió en sus laureles. Y eso es una verdad como un templo.
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