Hace poco que nació aquel bebé; está en su cuna observado cariñosamente por quienes le rodean y le dan la bienvenida y comentan sobre sus labios, su nariz, su cabeza, su cabello, sus manitas.
La verdad es que esa bella creatura nació para ser feliz y que el conjunto de personas que le rodean son parte de ese gozo que vivirá; gozo o sufrimiento según le cuiden, acompañen o no.
Ha nacido con tres dones o regalos de cuyo buen o mal uso dependerá su éxito o fracaso, gozo o tristeza, triunfo o derrota; allí en esa bella creatura están estos tres dones que como pequeñas semillas irán creciendo en forma saludable o rechazable, benéfica o en contrariedad; son tres dones muy unidos porque distanciarlos o ignorar algunos trae desequilibrio a los otros y a la vida entera.
Tres regalos o dones cuyo buen o mal uso calificará de afortunada o desafortunada la existencia; es verdad: Ese hermoso ser que yace enamoradizo en esa cuna será feliz o infeliz de acuerdo a la manera como desarrolle estos tres regalos; eso le está sucediendo a usted, al vecino, a mí, a todos.
Estos tres regalos son: Un cuerpo, una mente, el amor; tres dones que al inicio son alimentados y sostenidos por los demás pero que llegará un día en el cual cada uno es responsable de su manejo o crecimiento; ¿estamos de acuerdo en esto?
Ese niño tendrá mucho amor de quienes le rodean, su cuerpo será muy cuidado por los interesados en su salud y su mente estará recibiendo constantemente datos que le van a orientar la vida.
Pero llegará un momento en el cual deberá empezar a dar amor, será responsable de la salud de su cuerpo tomando consejería y lógica y su mente será un océano de buenas o dañosas adquisiciones o bien se anulará para su buen funcionamiento algún día de locura.
Tres regalos que cada uno debe asumir para hacer crecer rectamente si desea vivir correctamente la existencia y pasar por este mundo haciendo el bien y dejándolo mejor de lo que lo encontró como dicen los scouts.
Los tres dones son sujetos de crecimiento y mejoramiento; cada uno puede llevarlos a su óptima expresión.
Pero cómo llevarlos al máximo: En estos días se nos propone la más grande manera de hacerlo: Contemplar y seguir a Jesús de Nazaret quien en la Semana Santa nos da tres pasos importantes: Decir como Él "aquí estoy", darse con un Amén es decir entregar al querer de Dios Padre y un Aleluya que reconoce la obra creativa y optimizadora en cada uno.
Tres dones: Cuerpo, mente, amor; tres actitudes, las de Cristo: Aquí estoy, digo Amén y grito Aleluya. Tres dones, tres actitudes y una oportunidad: Vivir bien la Semana Santa que ya llega.
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