En el reciente escándalo durante la aprobación de la famosa reforma a la justicia, todos fueron tramposos, excepto los que fueron al recinto del Congreso y colocándole el pecho a la brisa, votaron en contra. Incluyo a mi amigo Germán Navas Talero y al doctor Jorge Enrique Robledo. Todo esto me recuerda alguna obra de teatro pueblerina, específicamente para engañar bobos, como lo hicieron la mayoría de parlamentarios caldenses.
Y es que nadie, con un mínimo sentido de la sensatez, sentido común y memoria mínima, podría dar crédito a patrañas tan burdas y tan estúpidas como las que aprobó el Congreso, con la total bendición del Ejecutivo, incluido el Gran Jefe. Escuchamos "chistes" flojísimos: "Es mejor entregar casas aquí en Medellín, que cazar micos en Bogotá": Juan Manuel Santos. O... "No leí el texto completo de la reforma a la justicia". Simón Gaviria. Como el Doctor Gaviria Muñoz es el director de mi Partido Liberal, sentí pena ajena. Mi hijo Jacobo me hizo acordar de otro Simón, el famoso Simón el Bobito, quien de vez en cuando llamaba al pastelero. Es claro que los colombianos nos merecemos el gobierno que tenemos, así como a los congresistas, simplemente porque votamos por ellos.
La trampa y el engaño fueron insultantes, montados por unos personajes que no fueron leales a una nítida democracia y a quienes sus delirantes ambiciones de poder, los hace actuar como Maquiavelo. Posteriormente, como por arte de magia y por orden del Gran Jefe, creyéndonos idiotas, hundieron la reforma con algo de miedo y untados de estiércol, lógicamente por las consecuencias jurídicas que esto les puede ocasionar.
¿Y ahora qué? Cuando hace algunos meses sucedió el escándalo de Dominique Strauss Kahn, quien era director del FMI y muy posible candidato socialista a la presidencia de Francia, partido ganador de las elecciones, quien además fue acusado de acoso sexual y piruetas de alcoba, al tratar de enamorar a una camarera de color en un hotel de New York, se produjo en su país un proceso serio de revisión y auto crítica de la propia manera de ser. ¡Ojo Presidente, que se está embolatando su ansiada reelección! En Colombia es muy común el castigo a la "deslealtad" política. Lo interesante en Francia, es que se trata de un proceso colectivo, pues la sociedad entera se pregunta y se cuestiona el por qué se tienen líderes tan mediocres y con tan poco carácter. En Colombia carecemos de valor civil y a la hora de votar nos da ceguera.
Estoy seguro que en mi país, nos hace falta un proceso serio de esta naturaleza, que nos permita entender por qué nuestro Gobierno y la mayoría de nuestros congresistas, nos colocan en situaciones tan difíciles, que nos llevan a una polarización extrema y a una posible ruptura entre el Ejecutivo y el Legislativo. Juan Manuel con su actuación, le aplicó los santos óleos a una posible reforma tributaria y pensional. Y es que, en efecto, a cada rato y con cualquier pretexto, los colombianos dudamos del discurso oficial, así como de las cifras que anuncian. Nuestro mayor lastre basados en las actuaciones de políticos anteriores, es la desconfianza y la descalificación, pues no creemos en la buena fe de nadie. Los gobernados desconfiamos de los gobernantes, los patrones de sus trabajadores y viceversa, los socios de una empresa desconfían cada uno de los motivos del otro. En mi opinión, esto se explica porque nuestra historia está plagada de mentiras, engaños y fraudes. La erosión en la confianza hacia las personas y las instituciones, se ha venido gestando desde hace muchos años, pero todos hemos contribuido a permitirlo y tolerarlo; algunos porque les conviene (los líderes políticos de barrio), otros por indiferentes o temerosos y nosotros por cobardes y guardar silencio y aceptarlo. Viene a mi memoria la frase de Javier Marías: "de cuán sibilino puede ser lo paulatino, y de cómo, sin que apenas nos demos cuenta, se va produciendo un crescendo y al cabo del tiempo nos percatamos de que la situación se ha hecho intolerable, pero para entonces ya es tarde". No podemos olvidar que la confianza en las instituciones, tiene un peso determinante en la cohesión social y en el bienestar económico de un país. Pero... Juan Manuel y el Congreso...
Por último, me hago una pregunta: ¿Cuál es el futuro de Colombia, con los congresistas que tenemos y con un Presidente quien echó reversa cuando ya no se podía, simplemente para salvar su pellejo, acusándolos de paso de querer meter gato por liebre? ¡No Juan Manuel, la embarraste y te vas a quedar solo! ¿Habrá alguien que tenga la legitimidad que se requiere para hacer las reformas que necesita con urgencia mi país? O ¿Seguiremos en ese círculo bellaco y vicioso que nos mantiene desde hace tantos años en la violencia y el estancamiento?
P.D.: Colombia es un país bipolar: entre Uribe y Santos. Ambos son secuelas perversas.
El uso de este sitio web implica la aceptación de los Términos y Condiciones y Políticas de privacidad de LA PATRIA S.A.
Todos los Derechos Reservados D.R.A. Prohibida su reproducción total o parcial, así como su traducción a cualquier idioma sin la autorización escrita de su titular. Reproduction in whole or in part, or translation without written permission is prohibited. All rights reserved 2015