Nos hemos quedado perplejos. San Andrés, Arauca, Amazonas, Caquetá, Chocó, Guainía, Guaviare, Putumayo, Quindío, Vaupés, Vichada, Magdalena, La Guajira, han quedado sin representación senatorial para el próximo cuatrienio. La circunscripción nacional de los senadores se ha convertido en una burla para más de la mitad de los departamentos del país.
Los antecedentes son pésimos.
Los candidatos a esa alta corporación se mueven por toda la geografía buscando, como bucaneros, el respaldo costosísimo de unos electores. Previamente estudian cuáles son los posibles representantes a la Cámara que tienen apoyo electoral en las provincias de otros departamentos, para conformar con ellos una llave de trabajo que sea anticipo de victoria.
El candidato al senado es paseado por su socio por toda la periferia en donde cree tener votos amarrados. La literatura tribunicia es melosa e irresponsable. El copetudo aspirante, según los ditirambos del socio, ha sido el mejor senador de Colombia. Tiene cerebro privilegiado, encomiable experiencia, interviene activamente en las Comisiones y su voz en las plenarias resplandece frente a la atónita admiración de sus colegas. Si el aspirante es un primerizo, lo magnifican como una revelación, adobado de sabiduría, con labios elocuentes, despampanante en todo lo que hace. El candidato convertido en prócer, no puede dejar enfriar sus nuevos adeptos y tiene que administrarlos con devoción y ahínco.
La democracia colombiana se mueve con dinero. Los votos hay que comprarlos y si usted no tiene un circulante que sobrepase los tres mil millones o si no es mafioso con recursos ilimitados en caletas escondidas, -escuche bien– no se meta en esa competencia. Lo
triturarán.
Los candidatos al senado son exprimidos por los aspirantes a la Cámara de Representantes. La adhesión de éstos que tienen su clientela en otros departamentos, hay que comprarla en cantidades exorbitantes. El senador que busca la reelección, o el primíparo que desea coronar su carrera política, tienen que abrir generosamente el bolsillo, hipotecar su casa, vender su finca, o caer en manos de codiciosos usureros para disponer, ya, de circulante, para atender los reclamos de plata que les hace el socio-buitre, de voracidad
insaciable.
Los hemos visto desesperados.
Llama del Chocó un electorero con voz de acoso que dice tener 3.000 seguidores, o un garoso de algún departamento del sur de Colombia, que con voz firme y gritona hace relucir los supuestos 5.000 electores que lo acompañan, a cambio de cincuenta o cien millones de pesos. Ese es un momento de vacilante duda del coaccionado que generalmente termina cediendo al chantaje, previa adquisición de dinero a las volandas.
Con secuela, generalmente, de atribulados desengaños. El pedigüeño del Chocó no pone un solo voto o de los 3.000 se reduce, apenas, a 200, y el del sur que tanto clamoreaba, rebaja los 5.000 a 300. Eso cuando cumplen. Es común que el ingenuo candidato termine estafado y su dinero desaparecido. Los primeros beneficiados con la circunscripción departamental son los aspirantes. Serán relativamente baratas las elecciones. Los compromisos se harán con el electorado que bien conoce los aspirantes, a quienes con un tuteo de confianza, les exigirá que cumplan con las promesas.
No es posible que más de medio país se quede sin sus auténticos voceros y las regiones sean víctimas de paracaidistas que succionan los electorados de los departamentos a base de dinero, dejándolos huérfanos en las altas corporaciones legislativas.
El uso de este sitio web implica la aceptación de los Términos y Condiciones y Políticas de privacidad de LA PATRIA S.A.
Todos los Derechos Reservados D.R.A. Prohibida su reproducción total o parcial, así como su traducción a cualquier idioma sin la autorización escrita de su titular. Reproduction in whole or in part, or translation without written permission is prohibited. All rights reserved 2015