Había dejado en suspenso de mi columna de la semana pasada, por falta de espacio, lo referente al agarrón entre los dos gallos de pelea más importantes del país, pero sobre todo para ver si al final de esta semana teníamos alguna noticia que nos volviera la esperanza de que en este encuentro por fin íbamos a ver algo que se pareciera a un acuerdo de paz, porque de lo que estoy seguro es que la farsa que se está llevando a cabo en Cuba con los terroristas de las Farc todos los días pinta peor.
En una entrevista reciente hecha por radio a un personaje que no es de mis apetencias, el señor Horacio Serpa, expresó con cierta dosis de razón que a su entender y basado en las últimas encuestas, en el país se había formado una gran polarización en la opinión pública entre los dos líderes más importantes que tenemos en estos momentos en el país y quienes, sin duda, serán recordados en los anales de nuestra historia (Esta última frase es mía). Lo que no aclaró, a pesar de que se lo preguntaron, fue lo que pensaba de que en los resultados de la encuesta el Dr Uribe tenía una significativa ventaja favorable entre los preguntados.
Lo que pasa es que para llegar a tener una opinión sólida sobre este fenómeno, tenemos que remontarnos al principio del gobierno Uribe y a la fortaleza y patriotismo con los que desde el primer día enfrentó sin miedo a los terroristas. Pronto los hizo meterse en sus guaridas, no sin antes haberles dado golpes fulminantes, exponiéndose a recibir los ataques de gobiernos vecinos que por sus características socialistoides les han prestado colaboración a los enemigos de los colombianos, que somos quienes hemos tenido que sufrir el flagelo de los asesinos.
Entonces, ya para terminar su segundo mandato, el entonces presidente puso todos sus esfuerzos apoyando la candidatura de su ministro de Defensa, en quien tenía plena confianza para que fuera su sucesor, enfrentando una recia oposición a la que logró vencer en las urnas con el apoyo de la ciudadanía pensante y agradecida.
Fue cuando comenzó a gestarse lo que ha llegado a ser uno de los peores enfrentamientos entre personajes tan importantes para el país, en una pelea que nos pone, al menos a mí, fuera de control. No voy a ponerme de juez en este espinoso asunto, pero la historia dirá quién tuvo la razón cuando se llegue a una definición sobre las políticas de manejo de gobierno tan diferentes. Hasta el momento está demostrado que Uribe lleva la delantera por los resultados de su gobierno que nos devolvieron la tranquilidad, cuando ya se nos había olvidado podíamos tenerla de nuevo.
La diferencia en la forma de enfrentar nuestros problemas ha sido abismal entre ambos líderes y era lógico que este enfrentamiento tarde o temprano se tenía que presentar. Ahora tenemos la expectativa de saber en qué terminarán las reuniones de Cuba y cómo serán las relaciones con el próximo gobierno de Venezuela, si es que hay algún cambio, porque de golpe Chávez nos da otro susto y revive desde el más allá.
Ojalá, lo pedimos con toda sinceridad, que las estrategias de Santos salgan triunfantes y se logre consolidar una verdadera paz, para no tener que seguir sufriendo el espantoso tormento de los terroristas, que parece se está reponiendo de la situación de derrota en que estaban y han vuelto a sus andadas, como lo evidencian los renovados ataques que están ejecutando y sobre los cuales la oligarquía de los asesinos desde Cuba no da respuesta ante las dudas que tenemos todos en sus soterradas buenas intenciones.
Las cartas están sobre la mesa y nos estamos volviendo a poner pesimistas sobre nuestro inmediato futuro. Dios quiera que nunca tengamos un regreso al oscuro pasado.
P.D.: La úlcera péptica es un hoyo en el estómago de un hombre a través del cual su mente subconsciente trata de evadirse de su esposa.
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