Luis F. Molina
En Twitter: @luisfmolina
Bob Fu o Wang Weilin. ¿Quiénes recuerdan estos nombres con facilidad? Casi nadie, me atrevo a adivinar.
Wang Weilin también es conocido como el Hombre del Tanque o el Rebelde Desconocido. La razón de sus motes se halla en la fortaleza de haberse parado en frente de un tanque de guerra de las Fuerzas Militares Chinas durante las protestas de la Plaza Tiananmen de Beijing en 1989.
Olvidar este episodio sería un error inconmensurable de quienes luchan pacífica y perseverantemente por un mejor mañana.
El 4 de junio de ese año, una imagen de templanza y patriotismo genuino se esparció como el más veloz de los mensajes a través de los televisores y los periódicos del mundo.
Con dos bolsas blancas colgando de sus manos, Weilin (como se le conoce) se paró en frente de un tanque de guerra gris que transitaba sobre el pálido pavimento con el poder irrazonable que le confiere ser un arma de guerra. Ese día, los humanos vimos que la vida vale más que las mismas trituradas ideas que irritantemente se preguntan sobre su existencia e interés.
El tanque trató de esquivar la humanidad de Wang Weilin, quien se movió hasta obstaculizar el paso del gigante destructivo. Pasaron algunos instantes y eran cuatro los vehículos de guerra represados en contra de la humanidad y la razón de un protestante que estaba cansado de la corrupción, exagerada inflación, la censura, entre otras causas, que colmaron la paciencia de los protestantes chinos.
Versiones chinas hablan de decenas de tanques de guerra estancados por la férrea convicción de este rebelde y su mensaje pacífico.
Luego, el Rebelde Desconocido subió al tanque y sobre la tapa, según las imágenes, gritó al soldado que lo conducía. Finalmente, fue reprendido desde lejos por unos policías. No obstante, este rebelde desconocido se reintegró a la multitud que asistía al desfile militar de aquel día de junio de 1989 y por años nunca se supo de su existencia.
En una entrevista a la cadena CNN, Bob Fu, activista y creador de ChinaAid, aseguró que la fuerza de los estudiantes y la frustración provocada por la opresión del gobierno chino fueron los factores que lo llevaron a fundar ChinaAid.
Él, como Weilin y muchos otros activistas, antes que ver una nación poderosa en materia económica, quiere ver una China que acate los Derechos Humanos y respete la vida digna de todos los ciudadanos. Por ahora, hay miles de activistas de la época encerrados en celdas por ir en contra de la filosofía oficial.
Sin embargo, por cuestiones del deporte o de la ubicación geográfica, este hecho no es recordado en occidente. Además, los medios internacionales estaban centrados en un aniversario más significativo para ellos, supongo yo: El Jubileo de Diamantes de la Reina Isabel II.
La conmemoración del sexagésimo aniversario de reinado de Isabel II del Reino Unido opacó los recuerdos del Rebelde Desconocido y nos llevó otra vez a la figura medieval de la monarquía. En una ceremonia pasada por agua, el pasado sábado se llevó a cabo en Londres la celebración para la Reina.
En este momento, Reino Unido se sostiene sobre la punta de los pies para no caer en la nueva y muy amplia crisis económica que afecta a Europa desde hace un par de meses. No obstante, hubo dinero en la casa real para pagar costosísimos arreglos de fiesta y manjares, mientras que muchos de sus coterráneos caían famélicos en las calles gracias a la falta de oportunidades de trabajo.
Comparativamente, pocas veces en sus más recientes años, Isabel II ha tenido que cargar bolsas de mercado como lo hizo Weilin en su protesta en 1989. Sin embargo, el mundo se maneja por apellidos sin importar si la época es el Medioevo o el Siglo XXI. Isabel II tuvo la suerte de llevar una corona que por ahora funciona únicamente como exhibición del otrora enorme Reino Unido y que sólo sirve para evocar lo que perdieron con el paso de los años.
Los medios califican la celebración por el aniversario de la Reina como la más impactante sobre el río Támesis en los recientes 350 años y también, como una reunión del mundo en Londres. En mi opinión, una vasta pérdida de dinero en formalismos que no intervienen con algún beneficio para la sociedad inglesa en general.
Por lo pronto, la Reina seguirá luciendo su corona y su vestido cabal, con muchas cámaras y mínimas acciones, mientras que, desde un Texas, EE.UU., Bob Fu tratará de seguir con su movimiento promotor del respeto de los Derechos Humanos en China y no escatimará esfuerzos para que la voz de los disidentes chinos se escuche en todas las naciones y les recuerde que el dinero, el poder y la extensión no significan bienestar.
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