En Crónicas sobre la edad media en Colombia, que será publicado en Medellín en breve, Carlos Bueno Osorio reúne muestras de un trabajo periodístico y ensayístico practicado a lo largo de su vida con espíritu crítico de estirpe radical, al margen de las conveniencias y las verdades recibidas del establecimiento colombiano, dominado por los mismos desde hace siglos y caracterizado por la eliminación o el ostracismo de las voces disidentes y el encumbramiento de mediocres, violentos y lagartos, que son las esencias malevas y vivas de la nacionalidad.
Desde el inicio, cuando aborda en amplios trabajos de documentación las vidas trágicas de Jorge Isaacs, El Indio Uribe y El Tuerto Echeverry, o la errancia fracasada de Barba Jacob, Bueno nos muestra el destino terrible que signa a quienes se han rebelado en Colombia contra las fuerzas dominantes del oscurantismo colonial y decimonónico, dispuestas a todo para conservar los privilegios de las castas.
Todos los países del mundo, desde el propio imperio estadounidense hasta las grandes naciones europeas, asiáticas, latinoamericanas o africanas han experimentado revoluciones y cambios que derrumbaron los privilegios feudales, las aristocracias fosilizadas y el imperio de la tiranía. No ha sido así el caso de la feudal Colombia, como lo muestran las gestas fracasadas de Manuel del Socorro Rodríguez, Antonio Nariño, Jorge Isaacs, El Indio Uribe, El Tuerto Echeverry, Barba Jacob, Tulio Bayer y otros personajes retratados por Bueno para plantear las reglas de sus reflexiones sobre la mediocridad colombiana dominante y el triunfo permanente a través de los siglos de la maldad.
Lo increíble es que en pleno siglo XXI esos discursos retardardatarios de intolerancia decimonónica y papista contra los que combatieron siguen redivivos y encarnados en muchas personalidades políticas y periodísticas de hoy.
Por esa razón Bueno trata, a través de sus textos, de despertar a los nuevos lectores colombianos que en el siglo XXI parecen dominados por medios que como la televisión telenovelera, la radio frívola e ignara y los diarios actuales, se
alejan cada vez más del espíritu libertario, generoso y radical que se encendió fugazmente en Colombia abriendo espacios de luz que fueron siempre aplastados en sangre e indiferencia.
En textos como "Jorge Isaacs: la pluma, la palabra y el fusil", "Juan de Dios El Indio Uribe: del panfleto como una de las bellas artes", "Camilo Antonio Echeverri El tuerto: un periodista punzante, mordaz e irónico" y "Polémico, amarillista, indeseable: Barba Jacob el periodista", entre otros, Carlos Bueno realiza con rigor documental una verdadera bitácora de la infamia. Esos grandes periodistas o intelectuales idealistas, radicales, liberales, defensores de la laicidad, que terminaron en la miseria y el olvido, son mostrados por Bueno en sus gestas periodísticas o políticas llenas de luz y entrega y luego en el lento deterioro de sus causas.
Con amplio despliegue documental, vemos como esa lucha generosa por la libertad los llevó al margen y la miseria, mientras la maldad nacional siempre salió triunfante en medio de los anatemas del emblema máximo de la intolerancia colombiana: el tenebroso inquisidor monseñor Miguel Ángel Builes, de Santa Rosa de Osos, quien parece reencarnarse de manera permanente en cada generación del malogrado país.
Además de esos héroes laicos y radicales defenestrados, Carlos Bueno aborda con detalle la actividad y la palabra de Builes en su ensayo "Maldito seas de día, maldito seas de noche", mostrándolo como uno de los factores más nocivos de la historia colombiana del siglo XX.
Las diatribas de Builes contra el mambo y sus reglas de comportamiento en el baile para evitar el roce de los cuerpos, documentadas por Bueno en este ensayo, son cómicas vistas desde la actualidad, pero nos abren una ventana a esa Colombia tan reciente, que el autor califica de medieval.
En otras de su crónicas Bueno critica los medios de comunicación colombianos caracterizados por la frivolidad y la charlatanería, como es el caso de la radio, dominada por la vulgaridad y la ignorancia generalizadas, la omnipresencia de la transmisión deportiva enajenante o el humorismo de pacotilla heredado de Montecristo, que han terminado por convertirse en las "universidades" formadoras de la mayoría de la población.
Otros temas variados son abordados por Bueno con espíritu crítico, como la fiesta brava y sus héroes Manolete, Luis Miguel Dominguín y El Cordobés, las peripecias del gran megaconcierto de rock de Ancona, la vulgaridad humorística de Montecristo y sus discípulos, las tareas precursoras de los maestros de la fotografía y muchos otros temas que son el testimonio de lo visto por un colombiano de una generación que vivió y escuchó en la infancia los relatos de La Violencia.
Heredero de los radicales y del inolvidable "Indio" Uribe, de los creadores de gacetas y periódicos honestos malogrados a través de los siglos en Colombia, Carlos Bueno es ejemplo de un periodismo libre y digno que grita en medio del desierto contra la injusticia.
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