Con los dedos cruzados estoy por estos días y así amaneceré este martes 3 de julio para esperar en el Tribunal Administrativo de Caldas si sale el fallo de una o de las dos demandas de inhabilidad que contra la elección del Gobernador de Caldas, Guido Echeverri Piedrahíta, fueron interpuestas el año pasado, en plena campaña electoral, argumentando que el hoy mandatario departamental estaba impedido para aspirar al cargo porque su esposa, Ana María Jaramillo, ejerció como Secretaria de Hacienda encargada de Manizales durante el año previo a la elección.
Desde hace semanas se especula sobre la decisión judicial e incluso algunos se han atrevido a dar versiones no fundamentadas de los fallos en el sentido de que salieron a favor de las pretensiones de los demandantes, Carlos Arturo Clavijo y Pilar Rosario Ruiz Castaño, a quienes señalan como integrantes del Partido de la U, algo que desconozco, aunque no tendría nada de raro.
Pero más allá de que los fallos sean positivos o negativos frente a las pretensiones de quienes demandaron y porque se ajusten a la Constitución y a la ley, lo único que espero es que no prosperen pues muy a pesar de que sean en primera instancia y pueden ser apelados por la defensa, con lo que se extenderían por meses o años dichos procesos, Caldas no se merece ahora una incertidumbre jurídica sobre su primera autoridad administrativa.
Sí, son innumerables las batallas que se ganan o se pierden en los estrados judiciales frente a los intereses de los pueblos y de las comunidades, pero el departamento sufriría un duro y bajo golpe si se queda sin su Gobernador titular pues debería realizarse un nuevo proceso electoral para escoger su reemplazo. Que desgaste tan grande tener que volver a una campaña política en un momento atípico, es decir, por fuera del cronograma, cuando hace apenas un año empezábamos a vivirla. Ahí está el ejemplo del Valle del Cauca que hoy elige su mandatario después de la destitución, justa o injusta, del titular. Cuánto han perdido en imagen, en desarrollo y en credibilidad los vallecaucanos.
Y no quiero con esta posición pública mostrarme en contra de los fallos en derecho si es que estos son contrarios a los intereses del gobernador Echeverri, para nada, menos si jurídicamente son acertados. Solo quiero insistir en que volver a presentar candidatos, cuando ya se han surtido seis meses de la nueva administración y además se tiene un hombre que genera confianza, que a mi juicio está haciendo las cosas bien (más allá de lo que puedan pensar algunos de sus contradictores políticos), nos resultará muy costoso en lo económico y en lo político, y un retroceso en este duro camino de devolverle el buen nombre a Caldas después de la francachela que orquestó y permitió Mario Aristizábal Muñoz, con la connivencia de organismos de control y judiciales.
No voté por Guido Echeverri aún sabiendo de su trayectoria política lejos de antecedentes por robos, escándalos o peligrosos acuerdos de parapolítica y mafia, como los que establecieron los jefes del liberalismo barquista. Y no lo hice porque detrás de su aspiración estaba la siempre cuestionada coalición yepobarquista, así a los pocos liberales que hoy ostentan cargos de elección popular no les guste que les pongan el hierro del desaparecido "senador estrella".
Además, defiendo aquí lo que a la luz de la opinión pública hace por los caldenses Guido Echeverri en la Gobernación, al margen de si su señora es la que manda adentro del emblemático edificio amarrillo como dicen algunos, de si él no escucha a todos sus secretarios, de si tiene preferencias en su gabinete, de que no les haya cumplido a muchos a los que les prometió puestos, de si su posición frente a la polémica estación del cable aéreo en Villamaría tiene que ver con amigos suyos, de que haya continuado con unos cuanto funcionarios del anterior gobierno o de la falta de resultados en la Licorera por la demora en la escogencia del gerente. Esas cosas de trámite diario, más de cosmética administrativa y política interna, no están por encima de los intereses generales de la región que es lo que más nos debe preocupar.
De Guido Echeverri me sorprenden, su capacidad de administrar sin confrontaciones y lograr consensos cuando tiene minoría política en la Asamblea; su firmeza para no reversar en cuanto a la negativa de explotación a cielo abierto en Marmato, sabiendo que hay mucho dinero de por medio para todos; su decisión de frenar el desangre económico que por cupos publicitarios tuvo el gobierno de Aristizábal, así varios periodistas y medios lo ataquen a él y a su administración, y su evidente don de entendimiento con propios y extraños.
¿Quién está detrás de él? Sin duda debe haber mucha gente y asesores, de su total confianza, pues los gobernantes los necesitan, pero están en su sitio, hasta ahora sin maquillados contratos ni descomunales proyectos que al final solo sacan de pobres a quienes los dirigen, pero que no tienen impacto en el pueblo que casi siempre se queda esperando resultados. El mal ejemplo en esto lo dio el pasado Gobernador que no pudo terminar su escandalosa administración pues lo suspendieron del cargo muy tarde.
Por todo lo anterior y otras cosas más es que sigo con los dedos cruzados esperando que la noticia del fallo o de los fallos sobre la inhabilidad del Gobernador le sea favorable a Guido Echeverri, pues sería favorable para Caldas. Ojalá en esto mediara la justicia divina.
El uso de este sitio web implica la aceptación de los Términos y Condiciones y Políticas de privacidad de LA PATRIA S.A.
Todos los Derechos Reservados D.R.A. Prohibida su reproducción total o parcial, así como su traducción a cualquier idioma sin la autorización escrita de su titular. Reproduction in whole or in part, or translation without written permission is prohibited. All rights reserved 2015