Al mismo tiempo que proyectaban a los televidentes la ejemplar vida de Pablo Escobar, los parlamentarios colombianos (hay excepciones notables) votaban la más grande ignominia de la historia nacional.
No veo razón alguna de por qué si el señor Ministro de Justicia intuyó la patraña no retiró el proyecto que era inspiración del gobierno que en ese momento representaba.
Todo esto y toda la corrupción, estamos seguros, se obviará con el manto de las dudas, los arrepentimientos, los implorados perdones o el acostumbrado decir que si algo pasó yo no estaba allí o todo fue a mis espaldas, que es mucho menos grave e imperdonable que decir: yo no leí pero firmé...!!!
Se nos ha venido a la memoria en un atropellado raudal de recuerdos y rememoraciones la aquilina imprecación de Jorge Eliécer Gaitán: Pueblo: Por la restauración moral, a la carga!!!
Eso es lo que debemos hacer los colombianos: restaurar la moral, restaurar la ética, restaurar nuestros partidos, unirnos todos para en unos acuerdos de nítida política de honradez y austeridad democrática volvamos a un ejercicio de "manos limpias y corazón sereno", a escoger nuestros dirigentes por méritos, por preparación e inteligencia y no por habilidades tortuosas.
Creo que estamos de acuerdo: no podemos seguir viviendo en medio de las trapisondas y las dolosas ocurrencias, orientada nuestra vida democrática por quienes que no entienden, ni saben, ni les interesa el porvenir de la República. Gaitán nos dijo y lo aprendimos: Podéis estar seguros de que un hombre como yo no sentiría nunca vacilaciones para rebelarse contra todo lo que sea contrario a los intereses nacionales. He dicho y repito que yo no soy un político sino un hombre que tiene ideas políticas y por eso jamás tocarán conmigo los intereses que imponen ciertos desequilibrios, ni las aspiraciones a altas posiciones oficiales de las cuales sé reírme.
Hemos venido escribiendo hace mucho tiempo sobre la nueva organización de los partidos, de su interés por las afugias nacionales, de su orientación social y democrática sin que hayan dicho una palabra quienes tienen las riendas en sus manos, y por eso seguimos invocando al caudillo: En Colombia hay dos países: el país político que se preocupa de sus elecciones, sus prebendas burocráticas, sus negocios, sus privilegios e influencias y el país nacional, el pueblo, que piensa en su trabajo, en su salud, en su cultura. El país político tiene rutas distintas a las del país nacional. Tremendo drama en la historia de un país.
Lo que ha ocurrido recientemente en la votación de la Reforma a la Justicia, es una calamidad moral. Obviamente siempre hemos afirmado y seguramente estamos equivocados, que es más importante la reforma de los hombres porque esa sí sería una fundamental reforma, por eso "nos ha bastado proclamar que aspiramos a la restauración moral y democrática de la república. Y esa fórmula diáfana y sencilla ha sido entendida por las gentes de Colombia con toda la fuerza real y trascendente que encierra su contenido. Solo los que integran y especulan con el país político no encuentran en ella mérito, ni sustancia, unos por dañada intención y otros por culpable ceguera. No es la democracia a la que pueden achacarse los fracasos, es a la falsificación de la democracia. No es a la Democracia a la que se le puede sindicar de incapacidad para manejar el mundo".
Somos solidarios con Colombia, y aspiramos como Liberales a esa restauración moral y democrática que exige hoy la organización ética y volver por la dignidad de los partidos, de la sociedad, de la política.
Que el pensamiento de Gaitán termine esta nota: No estamos luchando por la conquista de unos votos, estamos luchando por formar y conquistar conciencias.
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