El momento por el cual atraviesa Colombia, seguramente es uno de los más álgidos, trágicos y delicados de nuestra historia. Existe anarquía en gran parte de nuestro territorio, la deshumanización de las Farc, el Eln y las Bacrim es total. Las evidencias de la corrupción e impunidad, marcan el diario vivir de los colombianos. Los famosos mandos medios y muchos reputados e ilustres de cuello blanco, siguen con sus pilatunas. Ya en la parroquia, producen “pena ajena” las peloteras del gobernador encargado, principalmente con el mediocre gerente de la Industria Licorera, quien mostrando el “cobre” y sus malas maneras, grabó una conversación con su “patrón”, la cual se escuchó después por algunas emisoras de sintonía nacional. ¡Qué horror! Seguramente desde Bogotá nos siguen mirando con lástima.
Muchos de nuestros campesinos, tienen dificultades para transitar en sus regiones, el hecho es que vivimos en uno de los países más violentos del mundo; para la muestra el famoso paseo millonario y el asesinato posterior de un agente de la DEA en Bogotá, hecho que va a ocasionar la extradición de 6 taxistas involucrados; ojalá esa celeridad que mostró la policía de Colombia en el esclarecimiento de esa situación, fuera igual con los colombianos normales. Parece que existiese una realidad paralela que queremos desconocer; creo que hay un pseudo Estado que aún no sale de las sombras y no efectúa la defensa real de mis paisanos.
En Colombia, la vida tiene un valor cercano a la nada, nuestra sociedad está totalmente desfigurada. Nos estamos acostumbrando, pues es el pan de cada día, a ver escenas tremebundas y parte sin novedad. ¿Hay salida? Aún no, pues es el país nacional quien debe buscarla. A algunos políticos no les interesa, así como a unos pocos empresarios tampoco. Muchos policías y militares están demasiado ocupados... pero en otras cosas; la indolencia está haciendo su agosto. Veo un país que se está acostumbrando a la muerte, a la corrupción y a la impunidad. Tenemos que salir a la calle y mandar al carajo a esa clase política que le dio entrada al narcotráfico, a la guerrilla y a los paras.
Los principios morales y éticos se han ido a la mierda. Yo recuerdo que antes los abuelos eran un pilar importante en nuestras vidas y que los padres reafirmaban esos principios. De manera empírica, nos enseñaban ética y moldeaban nuestra moral. Hoy la vida es vertiginosa y escasamente llevamos los chicos a la escuela. Desgraciadamente, el cinismo político va en aumento y muchos creen que el poder significa dinero y que el dinero les va a quitar lo corrupto y lo pendejo. Hoy los empresarios lavan dinero, con la misma facilidad que ustedes y yo, tosemos. Hoy, algunos policías prefieren trabajar para los narcos y muchos militares cuidan más a los malos que a los buenos. ¡Afortunadamente no son todos! La sociedad en general, comenzó a preocuparse menos por el bien común. Digamos que nos dejamos de necesitar y eso trajo funestas consecuencias. Existe una nueva cultura: la del narco y del dinero fácil. A los abuelos ya nadie los respeta, los padres se la pasan viendo la tele y los hijos “pegados” del I-pad y del I-phone. La crisis de valores y principios es total, desgraciadamente falta lo peor.
Aunque algunas mujeres siguen siendo el adorno de los narcos, (recordemos la modelo de Medellín que pillaron en Río de Janeiro con el “Indio”), otras se han convertido en piezas fundamentales del negocio, como por ejemplo en la “Reina del Sur”, pues las mujeres son más precisas y disciplinadas. El sicario como tal, mata para ganar fama de valiente. La mujer no, ella piensa más en sus hijos y en su futuro. ¡Qué lástima! Ellas no deben estar en la línea de fuego, pero supongo que lo están, porque a muchas la vida no les dio otra oportunidad. No olvidemos que en los últimos meses, a los colombianos les ha entrado mucha sangre por los ojos. En la tele: “El capo”, “Los 3 caínes”, “Escobar el patrón del mal”... Caracol y RCN han abusado de la violencia. La narrativa oficial de la cual muchos periodistas son responsables, ha conseguido lo que desea: una sociedad indiferente, preocupada únicamente por sí misma.
Crecí en un barrio popular de Manizales; eso me llevó a nunca cerrar los ojos, a analizar lo que veo, a escuchar y entender para mí mismo, muchas situaciones de la vida, como por ejemplo por qué otros están muertos al ser embrujados por el mundo de la delincuencia, donde uno sabe que se muere de prisa.
Creo que Colombia es un país fallido, pues los partidos tradicionales: Liberal y Conservador, crearon una escenografía mentirosa, para que la sociedad mirara que el Estado sí funcionaba. Todo es una obra de teatro donde parece que bajan los homicidios, donde creemos que detienen a los grandes capos, donde nos dicen que la policía y el ejército son incorruptibles, donde parece que todo funciona bien... pese a que a muchos colombianos los está extorsionando el hambre.
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