Esteban Jaramillo
LA PATRIA | Bogotá
Con los pies en la tierra, el Once Caldas ha puesto un límite a la inversión e inventa un equipo de rango medio, para enfrentar el torneo que se avecina. Equipo sin vuelo, para hinchas pesimistas. El mercado se mueve poco por estos lados y si llegan algunos futbolistas carecen de la etiqueta de refuerzos.
La drástica reducción de costos conduce inevitablemente al desmantelamiento de la nómina existente, para armar un cuadro con escaso contenido y frágiles aspiraciones. Equipo como aquellos, de rango menor, que ganan partidos, pero no títulos. Todo lo anterior es el tributo que se hace a la irresponsabilidad con que se manejó el club en administraciones recientes.
A pesar de ello, la escoba se mueve con intensidad y sin criterios claros en el apartado técnico. Los nuevos doctores de la Junta, graduados algunos con celeridad en seis meses como expertos en fútbol, no entienden el incalculable daño que se le hace a la hinchada cuando la renovación no es gradual, criteriosa y justificada.
Cada noticia sobre la salida de un jugador, sin conocerse su relevo, es un puñetazo a la cara para los seguidores blancos.
El fútbol no es solo venta o compra de jugadores y menos un frío balance de pérdidas y ganancias. Es pasión, es emoción, es buena onda con el pueblo.
Se optimiza la eficacia de un onceno, subdesarrollado como el nuestro, mirando y extractando jugadores de las bases, pero por esa vía las promesas en el Once Caldas no cuajan. Son muchos los que juegan un partido y luego se pavonean por la 23, sin medias, con la gorra torcida, cortejando adolescentes y en plan de próceres.
El Sachi, sobre quien pesan serias acusaciones por maltrato a ciertos jugadores, tiene su responsabilidad, la que merece explicaciones. Su cierre de campaña no fue el esperado porque algunos de sus elegidos, aprobados al comienzo, anduvieron por lo bajo en rendimiento, causando molestias entre el público y no siempre hubo satisfacción por el estilo pregonado para desarrollar el juego. Hoy desespera su conformismo frente a la nómina que se confecciona.
Se entiende que no hay dinero para contratar estrellas; estas, cuando llegan, prometen mucho y cumplen poco, la historia lo demuestra. Si lo hay- el dinero- se destina para apagar incendios legales que siempre acosan.
El Once espera rasgos distintivos de equipo con ambiciones. Un club que gane vuelo y respeto. Y no un deshilachado cuadro para salir del paso.
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