Simón Bolívar nació el 24 de julio del año 1783; ¿qué buscó en su labor libertadora valiente y tenaz?; sin duda alguna quiso la unión y la vida posible para todos en su mejor nivel.
Qué diría ahora cuando nuestra Patria Colombia está siempre ocupando un lugar de privilegio entre los cinco primeros países del mundo que se consideran los más felices sin tapar los ojos ante la pobreza, injusticia, corrupción, violencia interna.
Son muchos los que preguntan por qué nuestro país se considera feliz en medio de tantos problemas; será asunto de tomar las cosas sin responsabilidad, ignorancia de lo que sucede o actitud que minimiza los altos problemas existentes?
Un común denominador afirma que no es ni ceguera, ni irresponsabilidad, ni falta de análisis, sino que la actitud feliz nace de nuestro talante latino, de nuestro ámbito tropical, de la herencia indígena que es resistente y fuerte, de nuestra conciencia de crecimiento paulatino, de tomar con realismo las dificultades que en todo organismo en expansión existen.
Somos un país feliz en medio de las dificultades y tropiezos; esto no es ni pequeñez de nuestra raza, ni miopía en la visión social, ni falta de responsabilidad patria.
Somos un país feliz porque en nuestra sangre cabalga la esperanza como potro juvenil en búsqueda de nuevas pampas y más jugosos pastos; nunca nos consideramos en la meta de llegada sino siempre en camino, creciendo, intentando, creando, esperando que el hoy sea mejor que el ayer, que la generación actual no herede la corrupción existente, que el acierto de muchos colombianos en su gestión laboral muchas veces de impacto en el mundo mantenga el afecto patrio.
Todo lo anterior es cierto pero creo que en los análisis y estudios sobre la actitud colombiana en este campo se calla una causa real y muy presente en nuestra marcha diaria: la fe cristiana, la vida religiosa presente en nuestro país.
Es que desde siglos atrás forma parte de nuestro creer la realidad de la cruz como presencia innnegable, una cruz que no debe aplastar sino que debe ser llevada con valor, no arrastrada con desesperación; una actitud que está plasmada en nuestro Himno Nacional y que si bien ha querido ser suprimida por muchos de nuestros legisladores expresa una verdad: nuestro pueblo tiene en cuenta y trata de vivir con actitud valerosa pues "comprende las palabras del que murió en la Cruz".
Es feliz nuestra querida patria porque no ignora que la Cruz es camino, escala y vía hacia lo nuevo, lo mejor, expresado en la Resurrección; en el fondo cabalga el mensaje central del cristianismo como es la Pascua; hay Cruz pero también hay Resurrección, hay oscuridad pero también hay luz.
Colaboremos en la felicidad de todos: vivamos la Pascua de Jesús que es nuestra también.
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