Esteban Jaramillo
LA PATRIA | Bogotá
Cuenta Valdano que cuando jugaba en la selección Argentina, encabezó una revuelta contra el entrenador Carlos Bilardo por el excesivo trabajo. Este, Bilardo, levantó el grupo a las cinco de la mañana, lo condujo a una estación de trenes, entre la perplejidad general, lo detuvo en una parada popular donde observo el obediente desplazamiento de centenares de obreros, que sin chistar afrontaban el quehacer laboral diario.
"Miren- dijo- estos trabajan horas y horas por el salario mínimo sin refunfuñar. Ustedes son empleados de oro… del balón". Vale la anécdota hoy, cuando se dice entre pasillos y murmullos que Hoyos el nuevo técnico del Once Caldas no da tregua con altas cargas y extenuantes horas, ante el mal humor de muchos jugadores, para la puesta a punto, ante la inminente competencia.
Parece que a Hoyos no le tiembla el pulso ni se anda con rodeos, a la hora de asumir posiciones frente al equipo y sus dirigidos.
Todas las formas de entrenar y de competir, son válidas a la hora de jugar. Unas reconocidas por encima de las demás, por sus resultados. Hoyos sabe que no hay imposibles en el fútbol y que el esfuerzo trae consigo recompensas para todos. Se desconoce si su estilo es agresivo, físico, demoledor en la altura, o como resulta obvio para muchos, permite pinceladas técnicas para darle cosmética al espectáculo. Si lo hace respetando las formas históricas de nuestro fútbol, el del Once Caldas, que logro el éxito tantas veces con el culto al balón.
Lo del hincha pasa hoy por el optimismo moderado, con la apuesta hacia el futuro del equipo y con el deseo de un espacio a los jóvenes, que tienen la mejor respuesta a los tiempos de crisis. Llaman la atención los extranjeros, de buena acogida, aunque, por encima de su condición futbolística, no pasa inadvertido el pasaje de Cabrera por el Deportivo Cali, donde no dejó huella, a pesar de su clase, por la intromisión de los directivos- empresarios, cuestionados luego por el comité de ética del plantel.
Lo critico del tema no atañe a Cabrera; compromete a quienes lo representan que empiezan a extender sus tentáculos hacia el Once Caldas, vetados como están en el deportivo Cali por sus andanzas anteriores.
Nota al margen: llego la hora de meter presión al equipo y de no tragar entero cuando se aproxima la presentación de credenciales de este proyecto. Validas son las inyecciones de optimismo, dejando atrás los días de castigo, porque el placer de ver jugar al Once Caldas, con aroma a triunfo, es irrenunciable.
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