Ahora no se trata de que los colombianos seamos o santistas o uribistas, o en el peor de los casos verdes o liberales o conservadores. Aquí lo que pasa es que el país entero está horrorizado por el recrudecimiento de la violencia y el terror en todo el territorio nacional exactamente como nos sucedía hace diez años. No hay duda que este gobierno le ha dado algunos duros golpes a los asesinos, especialmente en el descabezamiento de varios de los principales cabecillas en golpes estratégicos que inicialmente han hecho estremecer las estructuras maléficas de los guerrilleros, pero que, lamentablemente, no han tenido la contundencia para aniquilarlos, lo que ha producido el efecto contrario de hacerlos reaccionar en forma aún más violenta, volviendo a los tiempos de atacar sin misericordia a pequeñas poblaciones, masacrando a sus habitantes sin que el país haya sido capaz de reaccionar como lo estamos viendo en el Cauca.
La respuesta del presidente Santos, bastante molesto cuando se le hace ver en forma clara que su política de tender la mano, para llegar a una paz negociada en inferioridad para el gobierno, no es en modo alguno lo que se debe hacer, su reacción ha sido decir que los que protestamos por su política de paz estamos promoviendo el incremento de la violencia, porque con eso le estamos haciendo el juego a la mortal táctica con que están actuando los violentos. Peor aún, cuando el amigo Uribe se le enfrenta por twitter y le recuerda lo duro que él les dio a los asesinos, entonces es como si lo picara una avispa y trata de desquitarse volviendo a ponerse de parte del venezolano, sabiendo el fastidio que le tenemos, sobre todo los que fuimos furibistas. Estamos ya cansados de tener que aguantarnos, además del terrorismo, de la corrupción rampante, de la maloliente politización de la justicia y de tantos otros males que nos aquejan, una pelea inconcebible entre los dos mandamases del país y de la cual ambos son responsables.
Pero lo más grave es que ese enfrentamiento entre estos dos personajes, nos está llevando a una división interna del país que tenemos que repudiar todos los colombianos, así nos guste más el uno que el otro. Esto nos ha puesto a los colombianos en la horrorosa situación de hacernos sentir otra vez encarcelados en nuestras propias casas, como si fueran los campos de concentración que todavía tienen los malhechores y donde cientos de pobres compatriotas han tenido que soportar durante tantos años ese interminable martirologio del secuestro.
En estos días, hablando con unos amigos venezolanos, me comentaban de la triste situación que están pasando en este período electoral por la desvergüenza de las autoridades chavistas, cometiendo toda clase de abusos contra la oposición. Admiraban a Colombia por haber logrado dar un paso adelante en su proceso de pacificación, pero veían con gran preocupación cómo la situación de tranquilidad que durante ocho años pudimos gozar venía de capa caída con el renacimiento del terrorismo. Ellos saben muy bien que Venezuela se ha convertido en la madriguera de los asesinos, y con espanto ven como, si llega a ganar Chávez, lo que parece muy posible, todo ese montaje de violencia les caerá como lluvia en un país que tiene el suelo desde ya abonado para crear otra Cuba.
Entonces, la defensa debe estar basada en una unión entre los dos países, pero con reacción valiente y sin temores para combatir gobiernos que como Ecuador, Bolivia, Argentina y Nicaragua viven de rodillas ante el dadivoso dictador que se fija más en ayudar a sus compinches que en dar de comer a su propio pueblo.
Ojo pues, que el peligro acecha, y si no queremos volver a recorrer los tristes caminos de hace diez años, tiene el gobierno que modificar sus estrategias de defensa, porque aunque no lo quiera el Dr. Santos el país está sintiendo que la falta de mano dura, incluyendo a los secuaces de las vecindades, nos está llevando por un tobogán resbaloso desde el cual fácilmente podemos caer al abismo.
¡Mierda! Ojalá nunca volvamos a las tinieblas de la violencia y el terrorismo, y mantengamos prendidas las luces de la esperanza.
P.D.: Primero era el homo-erectus. Después el homo-sapiens. Y luego el homo-sexual.
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