Mucho revuelo causó en el país el hecho de que el expresidente Álvaro Uribe Vélez hubiera utilizado el término de "Puro Centro Democrático" en sus recientes intervenciones. No se hicieron esperar las especulaciones, las ironías y los ataques de sus enemigos políticos, muchos de ellos sin saber siquiera a qué se refería, ni el fondo de sus intenciones.
Y es lógico. Los enemigos del uribismo están en un grado de desespero tal, que se la pasan desvariando en cuanto escenario actúan. Y esos desvaríos los está sumiendo en una pérdida de posibilidades y de opciones cada vez más grande.
"Puro Centro Democrático". ¡Sí! Es un término que asusta. Porque lleva implícitas las características que se han empeñado en destruir los enemigos del país, empezando por las Farc, y terminando por las Altas Cortes, no sin antes pasar por el Congreso de la República donde caben todos los males nacionales.
Pero además debe resultarles ominoso el término viniendo de un hombre cuyo liderazgo está latente y por más agresiones que reciba, vengan de donde vengan, causan un efecto contrario y hacen que cada día aumente el número de seguidores y de personas que añoran las acciones de su gobierno.
Ese liderazgo de Uribe lo está acercando a una nueva victoria. Y a nosotros, los caldenses, a una inmensa posibilidad de tener como presidente a un hombre de las características de Óscar Iván Zuluaga. Porque todo parece conspirar en este momento a favor de la candidatura del exministro, cosa que no podría ser mejor para un departamento que, como el nuestro, ha sido objeto de las más descarnadas persecuciones en los últimos tiempos.
Y no se trata de pensar ni de opinar con el deseo. ¡No! Se trata de una realidad a la cual nos acercamos, fruto de unas circunstancias nacionales que obligan a filtrar y desechar a muchos de los actores que hasta ayer tenían aspiraciones, y que han quedado en evidencia ante un país que clama por la recuperación de un terreno perdido en dos años de concesiones, genuflexiones y cesiones irresponsables.
Porque si bien en un probable gobierno de Óscar Iván Zuluaga no tendríamos a un lacayo Presidente, sí tendríamos a una leal persona y a un gobierno de unidad, firmeza, carácter y solvencia ya probada. Muy al contrario de lo que hoy tenemos en cabeza de un Presidente que muchas veces parece gobernar para el enemigo, queriendo andar congraciado con todas las partes, y entregándole el país a facinerosos y apátridas del mundo guerrillero, judicial y político. De ahí que en los últimos días haya sido objeto de varias rechiflas en escenarios públicos, donde ha llegado tratando de acercarse a un pueblo que hoy grita de indignación y desespero.
El país reclama paz, armonía, seguridad y tranquilidad. El país reclama mano firme contra los desalmados terroristas que, con una mano en el bolígrafo para escribir exigencias y reclamar derechos, en la otra empuñan las armas más innobles y asestan duros golpes contra nuestra democracia. El país reclama un Gobierno con liderazgo, con claridad mental y de expresión, con solvencia moral y académica, y con ascendencia en todos los ámbitos nacionales para no tener que seguir entregando a pedazos la patria en busca de falsas adhesiones y miradas complacientes.
Y los acontecimientos de los últimos días nos lo ratifica. Las Farc propinando atentados armados y minando nuestra seguridad; las Cortes, el Congreso y el Gobierno en un conciliábulo perverso tratando de legislar en causas propias y arrasando de paso con los derechos de los demás colombianos; y el país, en consecuencia, sumiéndose en un estado de degradación y desconfianza. Todo esto hace que nos volquemos a reclamar el espacio perdido y que nos reorientemos hacia un gobierno de cualidades reales, que sobrepasen lo político y se acerque más a lo humano y a ese nacionalismo tan proclamado por la izquierda pero vapuleado por sus militantes.
Y ahí está Óscar Iván Zuluaga como principal actor del tan temido Puro Centro Democrático. No podemos desaprovechar esta oportunidad que nos pone las circunstancias actuales, ni podemos ser ajenos a una opción real que significa un inmenso respiro después de tantos sufrimientos. Por eso, en Caldas, tenemos que proclamar una unión de fuerzas sin distingo de color político. Al menos aquí no puede caber el origen partidista, ni las rencillas personales o pasionales. Aquí se trata de la recuperación de espacios perdidos, de la renovación de la confianza y del renacimiento de la esperanza.
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De manera pues que para el concejal del Partido Verde, Francisco Javier González, ¿la ética es circunstancial, temporal y particular? Después de más de cuatro meses de deliberar en la comisión accidental del Concejo que estudia la viabilidad del TIM, decide que es contrario a sus principios participar en ella y que tiene impedimentos éticos. Justo cuando se van a terminar las discusiones y después de haber interferido en unas sesiones definitivas para el futuro de la empresa, y cuando ya le ha prestado sus servicios efectivos a los intereses de los transportadores en contra de los de Manizales. Estas son las cosas que desengañan de quienes en campaña se pregonan impolutos y se amparan en un partido que cada vez nos decepciona más. ¡Ahora son las autoridades competentes quienes se deben manifestar, así sea de oficio!
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